Tres de la tarde.

El frio caminaba  entre los cuerpos, sin pedir permiso.

Desde el anden, pude ver a aquel niño que acurrucado, sobrevivia entre vias y cemento.

Uno mas entre tantos.

Me miro a los ojos. Lo mire a los ojos.

Senti el compromiso maternal de abrazarlo.

El tren demoraba su llegada. El publico vacío, simplemente esperaba…….

Su lugar, su morada, su dirección era esa.

Yo, desde el anden.

El niño, bajo el anden.

Un mundo ferreo nos separaba……..

Tanto dolor, deseperanza, miseria…….

Ropa sucia, papeles  y muchos cartones para cubrirse del invierno.

Mi compromiso, rescatarlo.

Lo llame, le pregunte su nombre, creo que a gritos porque la sirena del tren se aproximaba.

Su cara descuidada, sus ojos renegridos, redondos, hasta sumisos, regalaban la ternura justa para ese momento.

Lucas,  es mi nombre. Me das unas moneditas??

Lo invite a salir de su lugar. Veni, que te compro algo para comer. Queres un cafe con leche??

El tren aterrizo inmediatamente. Hubo un corte explicito entre el y yo.

No tome aquel tren. Solo espere que se abriera paso para ver a Lucas nuevamente.

El niño ya no estaba. 

El anden quedo vacio, de personas, del niño y de mi.

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