Hoy escucho la voz de mi alma, que me habla lentamente desde el silencio del mundo, voz de mujer, de las mujeres de mi vida, las vividas y las soñadas, las que me acompañaron y las que me abandonaron en el camino. Hoy escucho las voces de las que fueron hijas, las que nacieron, las que pudieron ser y las que no fueron, todas hembras, todas tierra, abatidas por el mismo dolor y la misma lucha.
Recorro mi vida de hembra, con todas ellas y me río con su risa y lloro con su llanto, que es el mío, que es el suyo, el grito sordo del camino. Hoy siento el peso de ese silencio, sentada en este anden de mi vida, donde cada tren es una de ellas, voluptuosas, morenas, con las piernas abiertas y resquebrajadas de vida. Desde el andén, desde este andén, añoro el sueño, de mi pasado y futuro de mujer errante, construida y destruida, alma y pena, muerte y vida, tierra y hambre.
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