“LA CIUDAD DE LOS OLVIDADOS”
Hoy es mi décimo-quinto cumpleaños. Todo mi mundo se desmorona. En la ciudad de los “perfectos” a las niñas de quince años se les celebra una fiesta por todo lo alto; llevando un vestido blanco para la celebración.
En mi ciudad, “la ciudad de los olvidados”, se celebra que la niña ya es mujer; lo que supone una gran fiesta, sobre todo para los padres; ya que las niñas podrán ser vendidas al mejor postor.
En mi caso, seré una pobre prostituta como mi madre, que también fue vendida a esa edad. Su comprador y controlador fue mi padre, quien además la introdujo a las drogas. Es un patrón que se repite de padre a hijos. Algunas tienen más suerte; son llevadas como esclavas a trabajar, y otras…ni lo cuentan.
Mi ciudad hace frontera con “la ciudad de los muertos”; allí viven desahuciados, enfermos de sida, y gente que no aportan nada a la sociedad; son muertos en vida. Existe un grupo de voluntarios en “ciudad perfecta” que suele ir a menudo a darles de comer.
Más allá de “la ciudad de los muertos”, está “Valle Hambriento” donde viven muchos niños abandonados a su suerte, mendigos, y marginados de la sociedad. En su mayoría, quitando a los niños, son personas que no han alcanzado un estatus en la “ciudad de los perfectos”. Como no son personas muy inteligentes, ni han destacado en ninguna competencia; son extraditados hacia “Valle hambriento”. Después, cruzamos hacia “Confrontación”; donde viven los hombres mas violentos, arrogantes e inhumanos. Es una ciudad de vicio y perversión.
La última en el mapa, antes de llegar a Ciudad Perfecta, es “Transición”. Allí, te encuentras en medio de la nada, esperando que alguna puerta se abra, que aparezcan los pilotos que te llevarán a tu nuevo destino en una avioneta que aparecerá surcando los cielos. Pero no es tan fácil como parece. Pueden pasar días, semanas o meses, hasta que decidan aterrizar para recoger a los viajeros. Esto es debido a que muy pocos son los que deciden cambiar de vida, y emprender el difícil camino hacia la libertad. La mayoría, regresa a lo conocido por miedo a lo desconocido.
-¡No!, ¡no, a mi hija no! No quiero que lleve la misma vida que yo. ¡Es muy joven!- llora mi madre.
-Vamos mujer, no es para tanto -exclama mi padrastro (al que llaman “Necio”) sin ningún pudor. Me han dado tanto dinero por ella, que ahora mismo lo vamos a celebrar. Somos más pobres que las ratas y Esperanza es lo único de valor que poseemos. Asique, no seas tonta, y deja de lloriquear como una niña. Ahora podremos vivir una buena temporada desahogados. ¡Ah, y espera que veas mi regalo…-añade con una sonrisa desdentada; mirándome.
Me sube la manga, y me inyecta algo en el brazo.
-No, Necio, no lo hagas….-grita mamá horrorizada.
-Calla, inútil, ¿no ves que si no va drogada, no va a aguantar al hombre que se le eche encima?
Ese día me convierto en prostituta y drogadicta. Mi amo es cruel; si no trabajo lo suficiente me deja sin dosis; y si no tengo mi dosis, es imposible trabajar.
El hombre tiene muy malas pulgas. Si no hago lo que dice, puedo acostarme sin dosis además de con las costillas rotas; ya que ahora soy de su propiedad.
El día que me porto bien, suele traerme comida; comida buena: como un buen filete de ternera y me lleva a pasear por el pueblo con ropa nueva.
Los días pasan lentos; parecen semanas, las semanas, meses; y los meses años. Aunque en este lugar, no existe el tiempo.
Mi madre ha venido a visitarme.
-Te he traído algo de fruta fresca- dice con una sonrisa forzada. (La fruta es muy apreciada, por su alto precio, sólo pueden acceder a ella los más ricos.)
Pruebo una manzana roja y dulce.
–Es muy saludable-dice ella-…en realidad, he venido para hablarte de alguien –comenta misteriosa.
-¿De quien se trata?-pregunto con curiosidad.
-Ven, sígueme.-dice llevándose el dedo índice a la boca en señal de silencio.
-Se trata del “Hombre de Blanco.” –alega con una gran confianza.
-¿El hombre de Blanco? ¿Pero si todo el mundo dice que no existe? Que es una leyenda-pregunto desconcertada.
-Eso no es cierto. Hace muchos años, cuando tenía tu edad, apareció junto con sus ayudantes. Venía a rescatar a los que quisieran salir de la ciudad. Pero yo me negué. No había experimentado dolor en la vida todavía… –recuerda con tristeza en su mirada.
-Pero tú…todavía estás a tiempo. Eres muy joven, podrás hacer realidad tus sueños, estudiar, llevar la vida que tiene que llevar una niña. ¡Esperanza!: él vendrá y te llevará con él. Confía en mí, y en los Ayudadores; voluntarios que trabajan para él de manera desinteresada; no buscan dinero, prestigio ni fama: sólo quieren ayudar a los que no pueden hacerlo por si mismos. Son altruistas y trabajan por amor a las personas.
-¿pero, mamá? ¿Cómo va a pagar? Pedirán mucho dinero por mí.-pregunto preocupada.
-Él pagará lo que haga falta. –contesta ella con dulzura.
-y ¿tú? ¿Qué pasará contigo? –añado con incertidumbre.
-Por mí no te preocupes. Estaré bien. Lo único que me importa eres tú. –Dice dándome un abrazo-Tienes que ser valiente, y hacer honor a tu nombre “Esperanza.” No es fácil salir de aquí. Muchos lo han intentado y han venido de nuevo a morir aquí. Hay que ser valiente y determinante. Estoy segura de que el “Hombre de Blanco” te ayudará si tú se lo pides, y le dejas. Te llevará a la Ciudad de los Perfectos.
Después de muchos días, casi había perdido la esperanza de ver al “Hombre de Blanco”…cuando de repente, allí estaba. Su rostro resplandecía, en sus ojos había luz. Vestía con un pantalón vaquero blanco y una camisa de lino; nada ostentoso. Llevaba sandalias de cuero de color camel, barba de varios días, y el pelo largo castaño recogido en una coleta.
Su camisa, de un blanco limpio y puro, ni siquiera tenía arrugas aunque era de lino, y pese a estar en una ciudad tan sucia, polvorienta y fea como la mía.
-¡Hola pequeña! ¿Estás preparada para el viaje? –me pregunta con una amplia sonrisa.
-Sí, ¡si lo estoy! –contesto yo, eufórica.
-Ven, vamos a ver a tu amo.- me dice tomándome de la mano.
-La niña cuesta mucho dinero, y…no creo que usted pueda pagar–dice con sarcasmo mi maltratador.
-¿Cuánto pide por ella?-le pregunta el Hombre de Blanco, retándolo.
-Cinco mil…-responde mi amo, sonriendo con malicia, y mostrando su diente de oro, que le hace parecer aún más ambicioso.
El Hombre de Blanco, se mete la mano al bolsillo y, sin ni siquiera dudarlo, saca el dinero y se lo entrega al miserable.
-Pero…bien, bien, esto está muy bien–dice frotándose las manos-ahí la tienes.
El impresentable me empuja, y se va con aire de triunfo.
-De todas formas…- prosigue. – no vale tanto…ya no es pura. –se aleja riendo.
Ya hemos emprendido el largo viaje y estamos cruzando las ciudades más peligrosas. En “la ciudad de los muertos”, un hombre, bueno casi un esqueleto, me desafía con la mirada, es de noche y hace frío. El Hombre de Blanco va a mi lado, pero no sé porqué, de vez en cuando, desaparece. Tiemblo como una paloma asustada.
-¡Eh, tú! ¿Adónde crees que vas?-Me grita el hombre-esqueleto, con voz grave.- No sabes que por aquí no puedes pasar. Es nuestro territorio. (El hombre me amenaza levantando un puño)-¡ya veo, vienes de “la ciudad de los Olvidados” ¿No? Pues ya estás de regreso a tu casa. Tú no eres nadie. Si crees que vas a la Ciudad de los perfectos, no podrás, nosotros somos los “Guardianes del Camino.”
–De pronto, aparecen de la nada un grupo de hombres. Llevan palos y antorchas. Van a prenderme y no me dejarán seguir hacia adelante. Busco a mi Ayudador, pero no lo veo y grito.
-No, no, yo quiero irme, quiero ir a la Ciudad de los Perfectos. –las lágrimas brotan de mis mejillas. -¡Por favor, por favor, permitid que me vaya!-
En ese momento, aparece el “Hombre de Blanco” con sus voluntarios. Los hombres-esqueleto retroceden, el miedo se ve en sus feas caras huesudas. Sin mediar palabra, continuamos el trayecto. -¿Por qué te fuiste? Tuve mucho miedo, ¡me dejaste sola!–le reprocho yo, pero el Hombre sonríe.
Después, atravesamos la “Aldea de los hambrientos.” De nuevo, el “Hombre de Blanco,” vuelve a desaparecer. Yo prosigo por el camino hacia la próxima ciudad.
Justo cuando estoy ya en la zona limítrofe, veo un grupo de niños: Tienen más o menos de ocho a diez años. Los pobres van con la ropa hecha jirones, están muy delgados y pálidos.
Me rodean, todos me miran inquisitivamente. Uno de los niños, un pelirrojo, parece que es el que comanda el grupo, de pronto grita:
-¡Quitadle todo lo que lleve. Seguro que lleva dinero en esa mochila.
-Todos se tiran encima; patadas, zarandeos, me están rompiendo mi única ropa. Yo, agarro con fuerza mi mochila. Entonces, clamo en voz alta, en medio de mi tortura. -¡Señor de “Blanco.” Señor de Blanco. –musito en medio de mi confusión.
Inexplicablemente; una fuerza sobrenatural, me lleva a defenderme. Me levanto y los empujo con tanta fuerza, que ellos retroceden. Yo misma estoy asombrada de mi demostración de poder. Cuatro de ellos han caído, y los otros están tan débiles que ya no pueden conmigo. En medio de su desconcierto yo salgo corriendo tan rápido como mis pies, me lo permiten.
El “Pelirrojo está ofuscado, y pálido como la nieve. Les hace señas con las manos para que se alejen.
-¡Dejadla muchachos,¡ me parece que esto es cosa del “Hombre de Blanco.” Si la está protegiendo, no podemos hacer nada en contra de ella.
Por fin, logro salir de “La aldea de los Hambrientos.” Sigo sola, pero es como si mi amigo; “El Hombre de Blanco” estuviera a mi lado. Ya no hay ninguna clase de temor. ¡Al menos, es lo que creo.
Ahora voy camino de “El valle de la confrontación.” Al llegar al valle, no veo a nadie. Cosa que me extraña bastante; es de día, pero no veo a gente en la calle. Cuando llevo unos metros caminando, escucho una voz femenina a mi espalda.
-¡Hola ¡ – me dice la voz. – me quedo pensando antes de volverme, la voz, me suena familiar. Me doy la vuelta para ver quién me habla, y me quedo estupefacta con lo que estoy viendo: Es una chica como yo, de mi misma altura, mis mismos ojos, mi mismo pelo… Solo nos diferencia algo: ella va bien vestida, y yo con harapos.
– ¡no es posible…no puede ser¡ ¡Eres igual que yo¡- le digo atónita.
-¡No ¡ tú no eres como yo. Eres pobre y miserable, y nunca llegarás a ser como yo. –exclama con arrogancia. -¡ten cuidado con mi vestido blanco, mi padre me lo ha comprado en la “Ciudad de los Perfectos y me lo podrías estropear. –Dice sacudiéndose el vestido.-
Yo soy bella, muy, muy rica, e inteligente. –dice con mucha presunción.
– Si tu quieres ser como yo…porque…eso es lo que quieres ¿no?- exclama con una sonora carcajada.
Me ruborizo, y me pongo roja como un tomate. Es como si conociera los deseos de mi corazón.
-Yo te enseñaré querida. – dice mientras me va siguiendo. –ven, ven conmigo y yo te ayudaré a que salgas del anonimato. Haré de ti una dama, dama de verdad…solo quiero que me dejes ayudarte, y serás rica. Los hombres se arrodillarán delante de ti, y no tendrás que arrastrarte ante nadie.-
La que es mi doble, me está desquiciando. Es difícil quitársela de encima, la miro, sigue intentando persuadirme. Llevo varios kilómetros caminando, y mi doble detrás, insistiendo… ¡ya no se qué hacer para que me deje en paz.¡ Entonces me vuelvo y me enfrento a ella. Mirándola a los ojos. (Pues me tiene intimidada) y levantando mi dedo índice le digo: -¡Vete de mi vida, yo no necesito ni tus vestidos, ni tu riqueza, ni tu gloria.¡ ¡renuncio a ti.¡ -en ese momento…la chica se desploma, cae al suelo y desaparece. -¡No…ni en broma, antes muerta que caer en sus garras.-pienso en voz alta.
Prosigo mi camino. Me encuentro cansada y desanimada. Me siento a descansar en una roca, cuando vislumbro la presencia del “Hombre de blanco.
-Te he dejado sola, para que aprendas a luchar.
Has pasado la prueba de fuego, y has sido muy valiente y tajante; esa determinación es lo que ha hecho que triunfes, sobre tus enemigos. Muchos se interpondrán en tu camino, y te recordarán quien eres, o quien has sido.- ¡Pero mira:¡ El hombre señala con el dedo hacia el horizonte-¿ves? Detrás de esa montaña, está la “Ciudad de los Perfectos” pero antes, que atravesar el Valle de la Transición.
Te enfrentarás con tus temores, con tus inquietudes, con tus vanidades, y, también con tus miserias. . También tendrás que lidiar con el tiempo de espera, es la prueba más fuerte para la mayoría de las personas: esperar, esperar, y esperar, a que se produzca el cambio anhelado. Trabajar la “paciencia” es lo que más cuesta.
También tendrás que lidiar contigo misma: y confrontarte. Mucho camino y numerosas pruebas te esperan; pero, recuerda que aunque no me veas, yo siempre estaré contigo. No me verás más, porque tengo que ayudar a muchos como tú, que quieren salir del olvido -se disculpa con voz angelical, mientras me da un beso en la frente. -¡Buen viaje niña! ¡Nos vemos en “Ciudad Perfecta.”
Le veo irse y, con tristeza me pregunto qué clase de persona debe ser para que los hombres-calavera retrocedan de esa manera, siendo los más violentos de todo el país. Algún día le preguntaré por su extraño poder.
Miro hacia adelante, me seco las lágrimas y prosigo, esperando solamente poder encajar en mi nueva vida.
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