Llevo años viajando, y esta, es la primera vez que hago un recorrido de vuelta, tampoco imaginé que de hacerlo, fuese en estas circunstancias.

Observo el paisaje desde la ventanilla, los colores se han desvanecido y las formas de los cerros se las ha tragado el mar.

No puedo evitar recordar la antigua estación, donde de niños jugábamos a ser viajeros.

Cargábamos los morrales con frutas, libros, papel y lápices, pues nuestros viajes eran tan largos como los vagones del tren; cada uno era un destino, y el mundo entero nos recibía.

Eras el más entusiasta, nos relatabas historias de los lugares que conoceríamos y dibujabas un mapa de cada aldea, y región a visitar.

Fue tanto lo que me hiciste soñar, que a penas pude comprar el primer boleto, me dedique a viajar.

Desde la distancia, te escribía y enviaba dibujos de lo que mis ojos veían. Nunca deje de cargar la mochila con tus sueños, sin dejar de preguntar, ¿Por qué te quedaste en aquel lugar?

Esta tarde estaré de regreso, y junto a todos, desde el andén, te diremos ¡Adiós!

Por primera vez, saldrás a recorrer el infinito y no estaré junto a ti, mi querido hermano.    

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