Consta en el informe que entre los habitantes del planeta Tierra se están reduciendo eficazmente las comunicaciones con presencia física de los interlocutores. Ya hace años que, tras unos esperanzadores inicios con el teléfono o la radio, el avance tecnológico alcanzó su primer gran hito con un invento llamado televisor.
Al principio, los humanos no eran conscientes de la dimensión que se abría con este aparato, hasta que algunos sagaces investigadores no tardaron en concluir que los miembros de la familia que se reúnen alrededor de la tele, apenas hablan entre sí. La comunidad científica corroboró estos avances, publicando rigurosos estudios que evidenciaban el fomento del retraimiento. Tenemos la transcripción de numerosos documentos.
– El niño ya ha vuelto del colegio.
– ¡Ponle la tele y que nos deje en paz!
– He de salir media hora y no me apetece llevarme a la chiquilla.
– ¡Ponle la tele y que se quede solita!
– Los domingos se despierta pronto y viene a nuestra cama para jugar.
– ¡Ponle la tele y podremos seguir durmiendo!
Ante tan prometedor futuro, la especie humana ha tenido muy en cuenta la importancia de iniciar el adiestramiento en el uso de aparatos tecnológicos a edades cada vez más tempranas.
– No sé qué le pasa al bebé que no deja de llorar.
– Dale el telemando y verás como calla.
Conscientes del progreso realizado, pero sabedores del camino que todavía faltaba por recorrer, los humanos ingeniaron el ordenador, un mecanismo de apariencia parecida al televisor, pero con más accesorios. Inicialmente se empleó en empresas y oficinas, pero al descubrirse el alcance de sus propiedades terapéuticas, empezaron a instalarse en domicilios particulares. Sin duda, éste fue un paso decisivo en la lucha por el aislamiento. De hecho, uno de los programas de entretenimiento más usados en esa época se llamaba el Solitario. En las sociedades avanzadas, los humanos consiguieron colocar en pocos años un PC en cada puesto de trabajo y en cada hogar. No obstante, estos logros no parecieron suficientes, por lo que los ingenieros crearon el portátil, un ordenador que cada usuario lleva consigo para poder colmar sus necesidades de incomunicación en cualquier lugar y horario. El uso combinado de este artilugio con los ordenadores fijos ha conseguido aumentar notablemente las horas de soledad de cualquier terrícola estándar, ya que con lo que llaman redes sociales, se consigue tener a un individuo bastantes horas al día delante de la pantalla, inmune a otros estímulos externos.
– ¿Qué tal el fin de semana?
– Entra al Facebook y mira las fotos que he colgado en mi muro.
– ¿Y cómo te va en el banco?
– ¡Si ya no trabajo allí! ¿No me sigues en Twitter?
– Podíamos quedar para tomar algo.
– Ya te mandaré un e-mail.
Sin embargo, la erradicación del “trato humano” todavía está lejos de conseguirse. Es por ello que la tecnología sigue avanzando por otros caminos paralelos que han supuesto una verdadera revolución, como en el caso de un artilugio al que llaman móvil, según parece porque el usuario no deja de moverse mientras habla. Aunque sigue prevaleciendo la comunicación oral directa, se han desarrollado sofisticadas aplicaciones que han conseguido reducirla bastante, como los SMS, mensajes de texto que, además, han permitido la liberación de la obsoleta normativa ortográfica.
– ¿Te llegó mi SMS sobre el informe?
– No, recibí uno sobre la homosexualidad de los faraones.
– Mira lo que te envié: “ El princp nfrm slo rmr”, el principal informe sólo es un rumor.
– ¡Ah! Yo leí: el príncipe Nefermaa salió del armario.
Otro recurso para minimizar el intercambio es la llamada perdida: colgar después de la primera señal sonora.
– Me halaga que te quieras casar conmigo, pero debo meditarlo. Si acepto, te haré una perdida.
– Sigue atento el sorteo, y si nos toca el gordo, me haces una perdida, por favor.
La unión del móvil a la red, ha supuesto un salto cualitativo, como es el caso del Whatsapp, una posibilidad de conexión inmediata que sólo requiere destreza en los dedos (tecnología digital). Reduce un poco más la molesta necesidad de reunirse con los semejantes en un lugar no virtual, como un parque o una cafetería. Además, los psicólogos han destacado que el uso intenso del Whatsapp combate adecuadamente la atención sostenida, aptitud que, hasta hace poco, se consideraba útil para optimizar el rendimiento en cualquier tarea.
Pero además de estos beneficios, el móvil tiene un poder de adicción que ha generalizado su uso en la población joven, sobre todo en los menores de edad.
– ¿Qué quiere tu hijo para su cumpleaños?
– Me ha pedido un móvil.
– Pero… ¿No tiene aún?
– No. Creo que me he hecho de rogar demasiado.
– ¡Increíble! Va a cumplir seis años y ¡todavía sin móvil!
Aunque no disponemos de evaluaciones de siglos pasados, podemos concluir que la especie humana evoluciona hacia nuevas formas de comunicación que eluden cualquier tipo de contacto físico, sin duda gracias al progreso tecnológico que arroja cada vez resultados más prometedores. Sirva como ejemplo el siguiente fragmento extraído de un periódico.
La policía detiene a dos individuos que se pusieron a hablar en plena calle, y los condujo a la unidad de salud mental del Hospital Universitario. Los hechos ocurrieron a las tres de la madrugada, cuando los afectados se hallaban guardando cola a las puertas de un establecimiento que al día siguiente ponía a la venta un e-Book de nueva generación. Según testigos presenciales, los detenidos iniciaron un corto diálogo de manera totalmente espontánea, sin reparar en la perplejidad que estaban causando en el resto de componentes de la cola. “No es de extrañar que acabaran conversando –declaró un agente–. Ninguno de los dos muchachos llevaba IPod, ni MP4, ni siquiera un móvil. Tanta imprudencia no podía acabar bien”.
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