-¿Y eso fue todo?
– Sí.
-¿Y qué pasó después?
– Bueno, la historia ya la sabes.
– No me refiero a esa historia.
-¿La otra?
– La del hotel.
Fue al poco tiempo de mi regreso. Necesitaba tranquilizarme y poder dedicar todo el tiempo a mí misma. Pensé en la posibilidad de ir a un hotel de esos que te ofrecen en el Plan B; pocos días. Me agobiaba la idea de estar fuera de casa más de lo necesario. Me decidí por un hotel rural a las afuera de Cáceres y fui para allá.
-¿Tú odiabas todo lo rural?
-Si pero me apetecía un cambio; aunque fuera contra de mis propios gustos.
-¿Y allí le viste?
– La mañana del domingo. Justo después de desayunar. Me disponía a preparar el equipaje para la vuelta. Lo encontré sentado en un sillón muy cerca del ascensor. Supuse que estaba esperando a su mujer.
– ¿Y?
– Supuse bien. Su mujer se encontraba en la habitación justo a su lado. La puerta estaba entreabierta. Hablaban en la distancia y se dirigían con ese tono cadencioso y falsamente natural con que se suelen dirigir muchas parejas.
– ¿Te reconoció?
– Me miró y bajó la mirada fijando su vista en sus zapatos. Percutía sus dedos sobre sus rodillas. Presa del pánico entré en el ascensor y me dirigí a mi estancia. Una vez en la habitación abrí las ventanas y me quedé mirando el paisaje.
-¿Qué pensaste?
– Estaba ahí…tan cerca. Me rebotaba la imagen de ella en mi mente; sentí que me estaba usurpando un papel.
Salí del hotel y a eso de las siete de la tarde llegué a casa. Encendí el ordenador y como presa de un acto mecánico escribí su nombre en el buscador. Las primeras entradas pertenecían a otras personas. Lo identifiqué en la sexta. Ahí estaba. La narración de la noticia: “…el presunto sospechoso pudo escapar de la policía paulina. Fuentes del Centro para la Seguridad Nacional del Brasil sospechaban que se había fugado a pie camino de la frontera con Bolivia. Afortunadamente, su programa informático se logró bloquear y miles de personas quedaron a salvo. Algunas víctimas de su delito comentaron la sensación de verse sumidas en historias a las que no pertenecían y en lugares y épocas que no eran las suyas. Pero eran las menos. La mayor parte de ellas todavía desconocen el verdadero origen de su problema y en muchísimos casos ni tan siquiera saben que padecen ese mal. Algunos intentos de suicidio y cientos de personas en tratamiento psiquiátrico es el trágico balance de esta tragedia todavía sin resolver”.
Apagué el ordenador y pensé en todas esas personas que pudieron salvar sus vidas.
Recuerdo la vez que se escapó de Brasil. Iba con él y me condujo a lo que decía él su propio feudo. Allí estaban miles, decenas de miles, centenares de miles de personas venerándolo como un señor. Todas arremolinadas entorno a él. “Bienvenida a mi Centro de Comunicaciones. Te quedarías sorprendida de la cantidad de vuelos y destinaciones diarias que parten desde este lugar sin nombre-. Se giró hacia mí y dibujo una línea recta en el aire con su índice. “Ellos están convencidos de que este es su espacio y su mundo- me decía.” “¿El mundo real que mueve el resto verdad? Eres un cabrón.-le dije”. Volvimos a casa y me alejé de él.
.
Ahora y después de tanto tiempo tan solo espero huir para siempre.
-En tu caso el sistema sigue actuando.
– ¿Porqué lo dices?
. Te fuiste corriendo y me dijo que si estaba dispuesta a intervenir. Me envió aquí contigo en esta tu nueva historia: la que estamos viviendo tú y yo ahora.
-¿Entonces no eres…?
-No. Elena está a salvo. La que no lo está eres tú.
– En el hotel te lo intentó decir pero por vergüenza no se atrevió. Te puso ahí en una última historia y se presentó para revelarte cual era la fórmula para acabar con todo
Aunque le hablaba desde la habitación estábamos esperando el momento para decirte cómo salvarte. Pero huiste.
-¿Y qué tengo que hacer?
Hace días ya me dijo que el programa se le estaba yendo de las manos y que debías saber que existe un sistema de bloqueo automático: no eligiendo tú tu vida, elige él por ti. La única posibilidad consiste en combatir este principio.
-¿Y qué principio debo combatir?
-Evitar que tus acciones sean inconscientes. Para ello debes anotar todo lo que vayas a hacer. Solo así evitarás que él se introduzca en ti.
-¿Escribirlo todo?
– Sí. Llegará un momento que los actos más inmediatos no necesitarán ser escritos. Una vez crees el mecanismo consciente su poder se verá anulado.
-O sea, aprender a actuar desde mí misma.
-Así es. Tu vida desde ti.
-¿Siguen ahí? ¿Sabes algo de ellos?
-Nada.
-¿Nada de nada?
– Nada
Me despedí de ella pensando en el tiempo que llevaba hablando con Elena hasta el momento de descubrir que no era Elena. Me puse a escribir como una posesa todas las historias que me habían sucedido y que podía explicar con cierta precisión.
Entonces fue cuando noté que alguien me rozaba la espalda con su mano. Me giré y lo encontré quieto detrás de mí. Dócil y entregada me levanté como una autómata sin dejarle de mirar.-Has escrito donde no debes – me dijo sin yo entender nada.- No pensé encontrarte en el hotel. ¿Me has estado siguiendo?-le dije intentado fingir normalidad.
RESET
Al final retornó a todos los lugares y todos los tiempos que ya había vivido. Pero yo ya no era quien lo hacía; el programa se encargaba de ello. Convencí a Lina para que se pasara por su mejor amiga para así revelarla el secreto de su vida. Pero se olvidó de lo más importante: sólo un lápiz y un papel. Desconocía el poder que tenía el programa de hacer surgir de la nada a quien escribía en el buscador. Me escribió a mí y reescribió toda su vida desde el ordenador. Hay que tener cuidado. Ahora soy yo quien me dedico a salvarla escribiendo desde ella sabiendo que si escribo desde mí no la salvaré. Sigo pensando en el mal que hice y a las muchas personas que perjudiqué y sigo soñando con que alguien esté escribiendo desde mí y poder huir con ella.
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