Todo empezó cuando aquél chaval inventó una manera económica de producir grafeno, ya sabéis, ese material superconductor con estructura interna de átomos de carbono en nido de abeja…a partir de ahí, se han ido sucediendo las aplicaciones aprovechando sus curiosas propiedades eléctricas, desde ordenadores del tamaño de un sello a motores magnéticos antigravitatorios, pasando por generadores eléctricos que producen más de lo que consumen y…porqué no decirlo, armas espectaculares; aunque se ha conseguido acabar con el hambre en el Mundo al contar con energía gratuita, todavía queda alguna rencilla personal…aun teniendo la vida resuelta desde que nacemos, no dejamos de ser humanos.
Lo más curioso es que el chaval fulminó el sistema de patentes. Cualquiera puede utilizar su nuevo material, la única condición es que no se cobren royalties.
Bueno, yo también intento aportar mi granito de arena y estoy experimentando con las propiedades cuánticas del grafeno…en resumen, y para no aburriros con toneladas de fórmulas, he conseguido generar un agujero de gusano espacio-temporal con un dispositivo minúsculo. En resumen, puedo viajar en el tiempo, eso sí, siempre al pasado.
Ya he hecho algunas pruebas con éxito, pero un día al pasear por la Calle Libreros en Salamanca, a mi hora favorita, al atardecer, cuando el Sol la pone toda dorada y refulge como una joya…me da una idea…
Fabrico un pequeño reactor de fusión fría. Consigo unas hojas de grafeno y las recorto como si fueran gajos de una naranja, y además del mismo tamaño. Las uno por los polos con sendas piezas del mismo material y un aro dispuesto de forma longitudinal que me permite desplegar los gajos para formar una esfera o plegarlos para acceder a su interior. Añado un mecanismo de control, un soporte, cables varios y un enchufe a la red eléctrica.
Lo más complicado, al final, ha sido acoplar un tubito con una válvula y una pera de goma, para poder hacer el vacío en el interior. Me hago con unos cuatro kilos de hierro (Fe 26) y dos kilos de yodo (I 53), todo en bolas de unos 50 gr.
La idea es introducir dos bolas de hierro y una de yodo, crear un campo magnético esférico de contención, e ir reduciendo su diámetro para crear la presión suficiente que convertirá los dos materiales en plasma y…que finalmente se fusionarán en un único material…por supuesto Au 79…que sí…oro…¡vaaale! podría haber hecho un reactor de fisión y escindir mercurio (Hg 80) en Oro (Au 79) e Hidrógeno (H 1) y haber obtenido un montón de energía, en vez de haber consumido 60 vatios en una hora que ha durado todo el proceso para fabricar 150 gramos de oro, pero en el otro caso tenía que construir también un acelerador de partículas para poder bombardear el mercurio…¡buff!…demasiado trabajo y estoy impaciente por “viajar”.
Otra vez en la catedral vieja de Salamanca, esta vez, en el año 1.530. Vestido para le época, con un traje confeccionado a medida por una sastrería especializada en teatro, me voy al barrio judío, aunque sólo quedan judíos conversos, todavía se dedican al comercio. Localizo a un joyero y le cambio una de las 4 bolas de oro puro que he fabricado por 1.000 maravedíes y una carta de crédito por otros 14.750 maravedíes a retirar cuando sea y por cualquiera, simplemente portando unos pagarés con mi firma. Creo que el joyero no había visto nunca oro de esa pureza. En total, 42 ducados de oro, una pasta…Me ha recomendado una casa-colegio, cerca de la Universidad, discreta pero con buenos servicios. En esa especie de hotel para estudiantes alquilo un cuarto, guardo el resto de la ropa y escondo mi “tesoro”.
Ahora, mi plan, he conseguido contactar con Juan de Álava y apenas dos días después, me reúno con él en una posada. Le invito a un cochinillo asado. En mi papel de estudiante valenciano de arquitectura que compagino con la tradición familiar del comercio de la seda, hablamos de la nueva Catedral y de la Lonja de mi ciudad.
Después de comer y beber, se sincera sobre sus problemas con el encargo de la fachada de la Universidad; está atascado, le bullen muchas ideas, pero no le acaba de convencer ninguna.
Precisamente tengo aquí unos bocetos que podrían ayudarle; bocetos que he dibujado en estos días de espera. Los discutimos, pero se queda con la copla. Esta época es el inicio de una nueva era, no dominada por la monarquía, ni por la nobleza, y casi ni por el clero, si no por el hombre, el hombre libre, la humanidad…con sus virtudes y sus defectos.
Por supuesto, eso no se puede plasmar directamente, pero le gusta la idea. Repasamos los tres pisos, el primero dedicado a los Reyes Católicos, el segundo al emperador Carlos I, pero el tercero, que es una pasada de gótico plateresco, va dedicado a la humanidad ¡al amor! con Hércules o el amor sagrado, Venus o el amor profano, Marte su amante, Baco y su amor por el vino, Teseo, su mujer Fedra y su amor por los hijastros…
Le entusiasma la idea, repara en que el diseño no es completamente ortogonal. Chico listo. Le comento que es para que la perspectiva del espectador, a nivel de calle, sí sea perfecta. El defecto que se convierte en virtud. Es un truco ya utilizado en el Partenón y también en la Catedral de Valencia, con unas ventanas y puertas con arco en esviaje, de frente están deformadas, pero si se miran desde el presbiterio, al fondo de la catedral, simplemente parecen…perfectas y dotan a la nave de mayor profundidad, más que la que dicta su propia longitud.
Finalmente, le regalaré los bocetos a cambio de un favor. Tiene pensado colocar tres calaveras, representando a los tres hijos muertos de los Reyes Católicos, Isabel, Juan y María. Le pido que para distinguir la de Juan, le coloque un motivo, una señal…una rana. Para que no se le olvide, le regalo también las tres bolas de oro que me quedaban y un pagaré firmado por los 14.750 maravedíes. Al final me he gastado menos de lo que pensaba.
Qué hombre más honrado, pese a encargarse de la obra, no la firmó como suya. Un verdadero caballero.
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