Tercer ojo el mío. Espiando las sesiones de chateo de mis clientes. Y las grabaciones de las webcams con quienes se conectan. Y los documentos que automáticamente se duplican en mi servidor…
Las franquicias inmobiliarias terminaron de aniquilar la administradora de condominios de mis padres. Una empresita familiar fundada en 1958 que intermediaba –de lunes a viernes y en horario de oficina– entre arrendadores y arrendatarios. Mi tío abogado arbitraba los escasos conflictos y el negro Pastor colectaba los pagos, a cuenta de sus dos metros de estatura y 98 centímetros de circunferencia, desterrando moras y domiciliando a los maulas.
En el local de planta baja y mezzanina he instalado el ciber. 223 metros cuadrados propios. “El espacio jamás sobra”, pontificaba mi padre, “la amplitud es un valor agregado, techos altos como éstos que nos cobijan ya sólo se ven en la capilla sixtina”. Arquitectura perezjimenista que despilfarraba mármol, granito, bronce y vitrales.
Devueltos mis progenitores a su Rioja natal, reduje mis predios domésticos al área trasera de la mezzanina.
Tardé semanas en entender a qué se dedicaba. Mi vecino de enfrente es un copista de Manuel Cabré que clona entre 3 y 5 lienzos a la semana. Se especializó, exclusivamente, en esa imagen imponente del Avila verde y purpúreo, visto desde los campos de golf del Caracas Country Club. El marchante lo visita regularmente, cargando los duplicados que revende con lucro enfático.
Admiro la versatilidad de Elisa simultaneando acciones simples, sí, pero que a mí se me dificulta emprender con la naturalidad de ella: comerse un sándwich sin regar migas mientras lee una novela voluminosa de tapa dura; fumar con exquisito dominio del cigarrillo impecablemente encendido, jugando escultóricamente con el humo, a la par de conversar entre varios interlocutores y vaciar su vaso cervecero. Cuando acude a mi ciberlocal , paraelisa19geminis79@worldmail.com chatea con diez o más contactos, redacta correos impecables y consulta el taróscopo en línea. Nunca juega en red ni visita sexpages.
La fidelidad de la clientela es una mierda. Responden –perros pavlianos– a la sombra del aire acondicionado, a las promociones que me invento y, en síntesis, a la oferta del tiempo de uso de la computadora. Pero éste es un negocio por volumen donde mi máximo interés es mantener los equipos ocupados, produciéndome efectivo que pague una y mil veces el costo de maquinaria e insumos.
A estos bestias desprovistos de tecnología en sus hogares, yo los conecto, en tiempo real, con el planeta entero. Su mayor contacto high tech se limita al teléfono celular que subutilizan y a uno que otro MP3 o pen drive de baja ralea.
Es el uso fofo de internet, por culpa de analfabetos cibernéticos que desconocen la conveniencia del ancho de banda para obtener fluidez y rapidez en las comunicaciones. Pero ellos son mi público-meta, la fuente de mi negocio, y debo nutrirme de su ignorancia techno, de sus bolsillos depauperados, de sus patrones de consumo insensato. Lunes demagógico de tarifas recortadas al 50% con íconos pixelados que nadie nota. Sábado a domingo de juegos en red, abiertos toda la noche. Miércoles lentísimos, de exhausta memoria RAM, para ciudadanos de la tercera edad que temblequean ante el teclado. Jueves estudiantiles de consultas enciclopédicas en línea y bibliotecas virtuales especializadas. Viernes adúlteros de porno fetichista con beldades centroamericanas y dominatrices rumanas.
Sustituyo mis ambiciosos equipos iniciales de calidad certificada por clones vomitivos. A los mouses ahora hay que torturarlos para que respondan. ¿Disfrutan mi Guantánamo virtual con alambres de púas que lastiman la digitalización y enceguece la precaria luminosidad de las pantallas?
De lejos, el mejor usuario de correos electrónicos es fagundezmartino@emailing.com Maneja dosificadamente el protocolo de la red, acusando recibo oportuno de los e-mails pertinentes, desechando spams sin abrirlos y bloqueando mensajes incorrectos. No usa el messenger y, en sus frecuentes visitas a páginas web, se desplaza de link en link con la prestancia de un Tarzán eficiente saltando de liana en liana. No deja rastros incriminatorios ante ninguna instancia.
Considero que los e-mails son la modalidad de comunicación menos invasiva, seguidos por los mensajes de texto SMS, los telefonemas celulares que identifican llamadas y, en la cúspide, se ubican los chateos donde ves y te ven mediante webcams de prodigiosa óptica gran angular que no deja nada fuera de encuadre.
Intervengo recomponiendo la vida de mis habitués. Así paso de simple diosito mirón fiscalizador a deidad interventora y plenipotenciaria. Registro cuentas de correo electrónico a nombre de mis ciberusuarios, dotándolos de inéditas identidades homónimas y existencias paralelas. En mis manos, se vuelven personajes creíbles, cabales, estupendos, que interactúan entre ellos optimizando sus entornos. Es una comunidad virtual de acciones e intereses vinculantes. Delia Fiallo y Balzac sonríen orgullosos de mis travesuras veniales. Ellos hubiesen hecho lo mismo de haber contado con la te(cn)ología.
Deshago compras a crédito de artículos suntuarios y, en retribución, suscribo seguros médicos super ventajosos a favor de mi feligresía tácita de nautas. Rejuvenezco fechas de nacimiento y retoco fotos by photoshop en planillas de empleo, agraciando perfiles profesionales de mis ahijados computarizados.
Activando mi propia versión de la rueda kármica, orquesto un carrusel de equidad etérea que canaliza mi vocación social, atenuando mi tedio.
Hacker peso gallo que he llegado a ser, redistribuyo raudas ráfagas de riqueza entre mis acólitos, frecuentando cuentas bancarias nominalmente ajenas.
En este instante reescribo la wikipedia incluyéndome (cito textualmente) “líder del reino de Virtualia, reelecto en acto reflejo por sus ciudanautas”
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