Avatares y perfiles.

‘’las redes suelen apoyarse en el mensaje que afirma que las personas o proyectos que forman parte de la red “existen” más allá de las pantallas […] sólo  existiendo  como  sujeto  conectado  se  puede tener  pasado, recuerdos, cosas y amigos que compartir, lazos que sigan vinculando…’’

Remedios Zafra

¿Hasta dónde mostrar sin sufrir?

¿Hasta dónde seguir corriendo sin cansancio?

Estoy dentro de este momento del tiempo que no me deja escapar, él también está aquí aunque no conmigo, estamos conectados a pesar de ser un verbo inventado por los últimos encuentros más cercanos de la década pasada.

Pero estamos juntos.

Frente a este aparato de poder que mantiene mi mirada fija en el recuadro de una verdad que tan solo sé que existe pues la veo, pero quisiera oler, quisiera probar y masticar más allá. 

Y del otro lado de la pantalla hecha para imaginar, estoy yo, en su habitación, amando y riéndome,  tengo mi cuerpo procesado por la incorrecta proyección tecnológica que me daña, pues estoy seguro que muere también como yo por tocarme, revivir el rompecabezas que algún día fue sencillo de armar.

¿Hasta dónde quiero ser imagen? 

¿Hasta dónde ser archivo y documento almacenado?

Solo conozco el perfil que me quiere mostrar, la poca confianza es la regla primordial de esta relación que como virus se ha integrado en el sistema operativo de mi alma y ha invadido mi bandeja de entrada de detalles, de música, de beats.

Y yo no dejo de estar, y no me deja de recordar, porque sin buscarle sigo encontrándolo en todos los lugares, principalmente cuando cierro los ojos.

Dando click, y sintiéndolo: ME GUSTA.