No se veía nada: estaba todo oscuro. La pantalla del ordenador había dejado de brillar y solo se veían un par de letras en el fondo de aquella pequeña pero gran ventana al conocimiento: TIC-TAC, TIC-TAC… El tiempo pasaba y el Dios Tecnología no cesaba en su intenso intento de hacerse con el control del Universo. ‘TIC-TAC, TIC-TAC…’ decía. El ordenador dejó de brillar. Sin embargo, el Dios Tecnología seguía ahí, urdiendo su plan y controlando, cada vez más, el Mundo, hasta que llegar el día en el que, incluso, lo controle todo sin tener que estar encendido  Solo quedaba esperar que el TIC-TAC continuase.    

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