HACIENDO UN MUNDO PEQUEÑO CON DISTANCIAS MÁS LARGAS

HACIENDO UN MUNDO PEQUEÑO CON DISTANCIAS MÁS LARGAS

Irving santa cruz

18/01/2013

 

Sentados uno frente al otro, en aquel bar desierto de clientes, con un camarero obsesivo con el brillo de las copas y con un sentido extra para saber cuando pasaba una chica guapa por la acera y quedar hipnotizado mientras duraba su paso por el frente acristalado.

De fondo se escuchaba una música suave en la radio, casi imperceptible por lo que se puede decir que reinaba el silencio. No solo en el bar, también entre ellos, ya habían olvidado la última vez que tuvieran una conversación durante más de media Hora y que no fuera por el wasap.  

-Mira a tu hijo.- Dijo Sonia con un tono algo elevado y que descubría cierto enfado.

Pero Héctor no levanto la vista de la tableta donde chateaba con un amigo del Facebook.  

-Mira, mira.- Insistió sin éxito,  pero aun sin la atención que deseaba de Héctor continuo –Creo que en un mes es la primera vez que no está enganchado a la maquinita, dichosa consola, creo que en vez de llamarle Leo tendríamos que haberle puesto R2- D2 porque  cuando no está con el ordenador esta con el móvil o la consola y a ti te pondría el nombre de algún transforme que te va bien, diría que optimus prime.

Héctor sonrió irónicamente, tomo un sorbo de café y continuo con el chat.

-Puedes fijarte un momento en lo que hace Leo.- Reclamo Sonia.

Leo jugaba en la calle con otro niño y un balón, a sus nueve años apenas tenía practica en los juegos habituales lo que Sonia le reprochaba a su marido.

-Dedicáis los dos tanto tiempo a la tecnología que os olvidasteis de que hay una vida fuera de la red.- Al terminar la frase Suspiro profundamente y continúo hablando. –Maldito el día que te regale ese trasto.-

Héctor al notar que el tono de Sonia era cada vez más elevado le pidió que se calmase y le recordó que están de vacaciones, pero lo que consiguió fue irritarla más.

-No-. Grito y se llevo la mano a la boca en un esfuerzo por controlarse.

Se levanto,  fue hasta la barra, pidió un vaso de agua que bebió bastante rápido, se dirigió a la puerta del local y llamó a su hijo pidiéndole que entrase porque se estaba haciendo tarde. Volvió a sentarse frente a Héctor.

Comenzaba a hacerse de noche,  ella quería irse pronto para hacer la cena y todavía tenía que comprar.

Sonia deseaba salir de la ciudad y en aquel pueblo estaba muy a gusto.

La discusión se fue acalorando, le reprocho el que pasara todo el tiempo enganchado a la red sin apenas aprovechar todo lo que la naturaleza les ofrecía, razón por la que estaban en aquel pueblo alejado de las antenas, los videojuegos y las compras por internet. Justo lo que los distancia cada vez más, incluso de su hijo y que a pesar de ello todos los días iban a ese bar por ser el único sitio con wifi en la zona.

Mientras Sonia hablaba Héctor estaba guardando la tableta en su estuche cuando le sonó el móvil, le había llegado un mensaje, por lo que se separo de la mesa para contestar y a la vez escapar de la reprimenda.

Para cuando regreso a su asiento el enfado de Sonia era mayor y continuo recriminándole. Impulsada por la ira saco de su bolso el teléfono lanzándolo contra la mesa, Héctor tuvo que apartarse a un lado para esquivar uno de los pedazos. Después salió a prisa del local diciendo que se iba a comprar. La expresión de Héctor delataba su asombro pero opto por no decir nada y quedarse viendo como Sonia se marchaba.

Ella  montó en el monovolumen y condujo por la angosta carretera hacia el siguiente pueblo donde había un pequeño supermercado, como no estaba segura del camino intento introducirlo en el navegador para que le guiase, cuando volvió a mirar la carretera, estaba muy cerca del borde. Pisó el freno perdiendo el control del vehículo e intento corregir la trayectoria pero fue inútil, cruzo de un lado a otro, rozo contra un árbol y volcó.

Quedo muy aturdida con el impacto, no tenía claro que estaba pasando, se esforzó por salir del coche pero  la pierna  atrapada debajo del salpicadero se lo impedía, probó con mas fuerza pero el dolor la obligo a desistir, paso la mano por el muslo y  lo sintió húmedo.

Asustada y golpeada su siguiente reacción fue llamar para pedir ayuda, con la mano ensangrentada y movimientos nerviosos busco en el bolso y en todos los compartimientos del coche a que alcanzaba pero nada, dio un fuerte grito pidiendo socorro con el que le escaparon unas lagrimas que le rodaron por la mejilla hasta los labios.

Comenzaba a caer la tarde, la claridad se desvanecía con rapidez y con ella sus fuerzas, comenzaba a nublarse todo, antes de perder el conocimiento lo último que vio fue unas luces naranjas acercándose. 

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