Quién me iba a decir.

Quién me iba a decir.

Amelia Bennett.

25/04/2020

¿Quién me iba a decir a mí que aquello por lo que tantas veces me llamaron rara, me serviría hoy para no ahogarme en las lentas horas del día?

¿Quién me iba a decir a mí que todas las lágrimas derramadas años atrás me servirían hoy para secar las de otros?

Quién me iba a decir a mí…

Es extraño cómo funciona la vida. Antes me sugerían, con pesada insistencia, que debía salir más de mi confortable y buscada soledad, y ahora, esas mismas personas, me piden irritados que les enseñe cómo soportarla. Que la casa se les cae encima, que la motivación se ha saltado el confinamiento y ha huido de ellos, que la felicidad se quedó en esa playa a la que este año no volverán. Me interrogan para que les diga cuál es mi secreto, ese que me permite caminar en un mundo que se ha detenido.

Y yo me quedo en silencio, mirando por la ventana mientras sujeto el teléfono y frunzo el ceño repitiendo esa pregunta: ¿cuál es mi secreto?

La soledad es una amante caprichosa: unos días la quieres a tu lado y, otros, deseas alejarte de su abrazo. Debes aprender a amarla con sus besos y con sus desplantes. Y puede que ese sea el secreto: aprender. Y como toda lección, ésta requiere de tiempo e intentos fallidos que te harán abandonar a esa amante en busca de un amor más fácil. Pero aquello que se consigue con esfuerzo, es lo que prevalece. 

Yo aprendí a amar la soledad por obligación, pero hoy se sienta a mi lado y me coge de la mano para recordarme que no estoy sola, sino conmigo misma.

¿Cuál es mi secreto? Aprender a estar conmigo. Aprender a hablar con mi otro yo, a escucharle sin que me distraiga el miedo a descubrir quién soy. 

Para ellos, su otro yo es un desconocido que les persigue y del que quieren huir. Pero la puerta está cerrada.

Yo les digo: siéntate contigo mismo, háblale a ese desconocido y descubrirás un mundo sin cerrojos, porque le mundo eres tú y, la soledad, tu fiel compañera.

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