Todos seremos migrantes…

Todos seremos migrantes…

Vengo del futuro, lo he repetido varias veces desde que dejé a mi Venezuela amada.

Hoy se cumplen 3 años de haber salido de la tierra que me vio nacer, ese escape de la pesada bota de una dictadura que ha acabado con todo y que se hace grande al aplastar la disidencia, la productividad y la meritocracia. Ese tiempo, ese tránsito, ha estado cargado de emociones y ajustes, adaptación y resiliencia… como migrante se hace cuesta arriba la nueva ruta en la construcción de un mejor futuro, primero debes reconocerte como ignorante de esas nuevas referencias que habitan en la tierra que te acogió, la cultura y la forma de ver el mundo difieren en muchas de tus concepciones; debes asimilar estas nuevas formas de afrontar los retos de cada día para labrar el camino que has de sembrar, para darte a conocer sin red de contactos, donde un currículum no es suficiente, hay que demostrar valía sin referencias, hay que crecer y ser más grande que el reto diario.

Nuevos procesos, modos de vida, costumbres, tradiciones, hábitos, incluso valores, patrones de comportamiento y pautas de conducta; mucho de ello se ha escrito y se ha hablado, es ese proceso que enfrentamos los migrantes; en mi caso, en muy poco tiempo tuve que migrar de forma forzada en dos ocasiones por levantar mi voz a favor de la democracia.
Salí de mi patria un 24 de abril con destino a la tierra de Lagos y Volcanes que vio nacer a papá, Nicaragua me recibió con brazos abiertos y en tan solo un año había logrado, como unidad familiar, integrarnos en buena medida a la nueva realidad que pasaba a formar nuestra cotidianidad, con algunas similitudes y abismales diferencias culturales, históricas y del diario vivir; sin embargo, a escasos días de cumplir un año allí, estalló un conflicto social y político que trascendía de forma palpable la retórica y se convirtió, en muy poco tiempo, en otra pesada bota que persigue, desaparece y tortura al disidente, que amenaza y cumple en un parpadeo y la vida se convirtió en suspiro, en susto permanente, otra vez.

De nuevo las maletas, de carrera, sin mirar atrás, porque sabes que allí, muy cerca de tus talones está la mano oscura del dictador que te persigue.

Al otro lado del océano se abrió una puerta, en diciembre, antes de cumplir dos años fuera de mi patria, España se convirtió en una nueva oportunidad, para arrancar otra vez, reinventarme, recomenzar. Nuevamente ignorante de las referencias de vida que alberga la gente de esta tierra ibérica, mediterránea, de maravillosas costumbres, modos de vida, tradiciones, hábitos, incluso valores, patrones de comportamiento y pautas de conducta nuevamente por aprender y hacer mías; para salir adelante y establecernos como familia, inmigrantes integrados, con aporte social, de trabajo y prosperidad. En poco tiempo sentimos el calor fraternal de la gente maravillosa que habita acá y nos recibió haciendo más fácil la cotidianidad y la vida… el trabajo, el colegio, nuevas amistades.

Ahora a tres años de la salida, me doy cuenta que estamos frente a una realidad que se asemeja claramente a una migración forzada, los próximos meses se perfilan como momentos de cambio, de aprendizaje para todos, el diario vivir cambiará y otra vez nos sentiremos migrantes, recién llegados a la misma tierra en la que estábamos antes del inicio de la pandemia, es un nuevo paradigma, el modelo de sociedad cambiará y todos, absolutamente, seremos migrantes, aprenderemos una nueva forma de relacionarnos, con nuevas formas de afrontar los retos que se presenten, nuevos modelos de negocios y formas de trabajar, de divertirse y de socializar. Con la red previa de contactos, sin embargo, con distanciamiento social, ese que ahora regirá nuestra vida, sin saber cuánto tiempo.

Cómo será la vida para los niños, cuando jugar en el parque pueda significar convertirles en armas mortales para sus abuelos, cambiará la conquista de los adolescentes que no podrán robar un beso, nos adaptaremos a una forma diferente al comer en un restaurante frente a láminas divisorias, sin saber cuándo podremos bailar nuevamente al son de las notas musicales de una banda o dj, todas las reuniones serán, a partir de ahora, telemáticas?…

Todos ahora tendremos que hacer lo que, de alguna manera, ya hemos hecho millones de migrantes; reconfigurarnos después de pasar el momento de ajustes, para llegar a la adaptación y convertirnos en seres resilientes. Venir del futuro significa para mi, haber transitado ya un camino y saber, en parte, aquello que nos espera por delante.

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