Saludar al señor de la tienda con su acento árabe era muy común, ir a la negocio donde atendían Chinos y nunca entender lo que decían entre ellos cuando pagabas el producto era divertido, el acento Italiano de amigos que visitaba y compartíamos una pasta con salsa narrando historias de una Italia que un momento atravesó un conflicto era fascinante.

Conocer la vida de una profesora quien vino con su familia escapando de una guerra, quien envejeció sola y enferma en un país que no era Rusia y su muerte aun es incierta es muy triste, compartir con un estudiante de Togo quien vino de intercambio a cumplir su sueño de ser Médico y aprendió el idioma español porque su francés era difícil de entender, contaba historias sin cesar llenas de creencias y culturas, esta experiencia fue gratificante.

Entendí que, en cada historia contada y detrás de cada persona hay un pasado, un presente y un futuro, cada uno determinante en su andar. Estas historias despertaron sentimientos que me llevaron a entender lo que significa ser “valiente”, es enfrentar diversas adversidades en lugares desconocido, es atreverse a dejar la familia, es mantenerse lejos de casa, ser valientes es alejarnos de nuestro hogar e iniciar uno nuevo, con el temor de surgir o fracasar, y con la incertidumbre que quizás no volvamos a ver a la familia y amigos si regresamos algún día.

La valentía está representada en varios escenarios, envueltas en realidades que están allí, y a veces ignoramos, decisiones tomadas por diversos motivos las cuales son el empuje de iniciar una nueva vida en suelos extranjeros donde comienza una nueva historia que contar a quienes queremos oírlas para rememorarlas.

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