Encuentro Inevitable

Encuentro Inevitable

Gornesa

12/06/2017

Mi oficio no es como el de cualquier otro, no es nada convencional y mucho menos aburrido. Podría decir que es emocionante, o por lo menos es lo que algunas piensan.

De lo que si estoy seguro, es que no se trata de estar sentado frente al ordenador durante ocho horas en una imperturbable oficina. Mi día a día radica en el enfrentamiento cuerpo a cuerpo contra la bestia. En un constante atentado contra la vida. Es un oficio de valientes, una verdadera muestra de hombría.

Después de superar mis temores de aquel accidente que casi me envía al mundo no terrenal, hoy estaré de nuevo frente a él. Me mostrará otra vez su furia inagotable, sus cuernos punzantes que me harán recordar el ataque de aquella tarde soleada de julio, cuando clavó una de sus astas en mi pecho, muy cerca del corazón. Un reencuentro indeseado pero necesario.

Me levanto de la cama, reviviendo lo que debería olvidar, lo que no quisiera jamás recordar. Es algo que debo vencer para avanzar. Y es ahí justamente, cuando pienso en el gran «Manolete» y en «Islero» cuando lo mató de una cornada, murió tan joven que se convirtió en un mito. La España posguerra quedó conmocionada ante aquella fatalidad. Muchos lo consideran el torero más fino y elegante de la historia. Es mi ejemplo a seguir, salvo su final. Espero algo diferente para mi este día.

Me coloco la indumentaria de siempre, aquellas medias de color rosa oscuro, calzando mis zapatillas negras para darle vida a las corridas de toros, el mismo oficio que llevo ejerciendo durante los últimos 10 años. Unos me veneran, me adulan; otros me aborrecen, me desprecian. La verdad es que poco me importa lo que piensen, en este momento sólo debo preocuparme por salvar mi pellejo. SOY UN MATADOR.

Finalmente estoy en la arena, cara a cara con mi adversario, sosteniendo mi capa roja de la suerte. He vuelto para ganar, mientras le grito –¡Quiero ser un héroe corajudo y no el cobarde perdedor en el que me convertiste! ¿Me oyes?-.

Estamos ante cientos de espectadores, quienes esperan ansiosamente la estocada final en mi contienda con la furia del animal, me encuentro a sólo pocos centímetros de su embestidura, mientras el sudor recorre mi cuerpo tras el miedo sigiloso.

De pronto el pánico se apodera de mi, me pregunto “¿él o yo?”. Comienzo a dudar, no sé si podré acabar con este cuadrúpedo, con su pasión avasallante que embarga todo el escenario, en el que también estoy yo. Porque no soy más que un diminuto individuo, haciendo de un audaz torero para demostrarle a mi amada, que soy un hombre intrépido, luego de haber perdido una batalla con mi rival habitual.

Lo observo mientras él lucha en un intento de supervivencia; soy su enemigo. Estoy a tan sólo unos pocos centímetros de mi atacante cornudo, quien espera cautelosamente para arremeter en mi contra.

¿A quien le depara la muerte? ¿Quien saldrá airoso de este escenario hostil? ¿El, yo, ambos o ninguno?. Estoy por descifrarlo, cuando un sonido constante comienza a enloquecer mis sentidos, hasta ensordecer mis oídos.

Totalmente petrificado, intento obviar el susurro agobiante que me alerta que el momento ha llegado y que lo inevitable está por ocurrir. En tres, dos, uno…

Mi reloj despertador me acaba de recordar que debo ir trabajar.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS