Despertar en una cama desconocida, un dolor de cabeza que casi me hace desmayar, una sequía descomunal en la garganta.
Pero un olor esquisto y placentero se filtro por la puerta, hasta llegar a percibirlo, así que no pude resistir.
Me puse de pie y me tabalee hasta la donde estaba tirado el complemento de mi ropa, me vestí y abrí la puerta lo mas delicadamente posible.
Te sirvo chilaquiles, me pregunto Maria.
-Con mucho picante, por favor.
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