Ansiedad, ¿Encerrada?

Desde el Gobierno Argentino se planteó: “Es una Guerra contra el Virus” yo le agregaría que también es “una guerra contra la ansiedad”. El encierro es terrible, más en un país pobre y con la idiosincrasia de un país como el nuestro. La incertidumbre de cuándo volverán los ingresos (Si vuelven) es la peor parte de esta guerra, sin saber aún las consecuencias que dejará.

Mirando por la ventana hasta la más solitaria de las soledades me da la espalda, siento la agonía de la alegría, como ella se quiere ir de mí. Prefiero distraerme y enciendo la televisión, solo veo noticias que no traen buenas nuevas y que lo que hasta no hace mucho era lo importante está olvidado. Me pongo a pensar y para evitar el letargo y la nostalgia intento recordar momentos alegres, entre risas y abrazos con familia y amigos, pero lamentablemente vuelvo a fallar… Vuelven a mi mente las órdenes sociales impuestas por los que más saben: distanciamiento social, higiene personal, tapabocas, etc. Mi trabajo no está entre los exceptuados, no sé cuándo volveré a trabajar, la incertidumbre siembra en mi mente más pensamientos que se apuran a alejar la alegría de mi cuerpo, busco recuperarla poniendo música, leyendo un libro, y me doy cuenta que es ese el camino en el que la tristeza se pierde. Hago video llamadas a mi madre, mi padre, hermano y amigos, confirmar que están bien parece ahuyentarla aún más, veo que no hay motivos para estar triste. Lo voy confirmando, la pelea se gana manteniendo a los seres queridos virtualmente cerca, con música, libros y todas las expresiones de arte que a uno le llenan el alma. La tristeza ha perdido, la alegría ha dejado su agonía, ha vuelto y me pregunto cómo fue que agonizaba, ya no lo recuerdo. Solo queda la angustia de no saber cuándo volverá todo a la normalidad para poder volver a ganarme el pan y volver a ver el verde pasto, el sol y la gente querida, al fin salir de este encierro.