Me quedo con la niña, sentada a mi lado en el banco. «Imagínate que ahora llega un autobús y nos lleva a cualquier sitio que quieras ir. Del mundo. El que tú quieras.» Balancea los pies, levanta la cabeza pensativa y me abraza fuerte. «Voy a donde tú me lleves», sonríe entre los huecos de sus dientes. A lo lejos veo regresar a mi hermana, paseando con el perro.

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