Un día que se convirtió en consecuencia en los Infiernos de Dante

Un día que se convirtió en consecuencia en los Infiernos de Dante

Miguel Martin

18/04/2020

Suena el inclemente despertador, naturalmente esperado por un insomnio sostenido, nos arreglamos con la solemne alegría de un viaje de estudios a USA de nuestro más preciado cariño; todos nos levantamos con la certidumbre de algo, que si bien nos asustaba, también nos infundía orgullo y felicidad porque nuestro retoño, participaría en un viaje de estudio al MIT de Boston, junto a las que, quizás el destino, les otorgaría el papel de familia escogida , acompañadas de un sinigual grupo de maestras que se convertirían en padres y madres de nuestros hijos. Nos preparamos con nostalgia y con tiempos verbales que otorgaban solemnidad a nuestras angustias , extrañar es un tiempo verbal, ustedes que conocen saben a qué me refiero. Poco tiempo después, luego de nudos en la garganta, unidos a orgullo y amor tan puro como el que uno siente por los hijos, nos despedimos dando bendiciones y deseando éxitos seguros. Partimos a un futuro incierto, por una enfermedad mundial que aún no daba síntomas claros, la cantidad de casos y de cadenas relacionadas a las nuevas formas inciertas y diluidas de información, nos dejaban en un gris absoluto, pasarían pocos días para que la tempestad diera comienzo a una tormenta mental parecida a los pescadores de Mobby Dick o algunos de los anillos infernales de Dante; llegaba a nuestros oídos una terrible palabra que la real academia manejaba con pena, una palabra nueva para casi todos “pandemia”, solo los asiduos lectores de la historia la conocimos, luego de terminar la primera guerra mundial, algo parecido a la gripe española, pero con el ,desarrollo galopante de la tecnología de la información y los social media, que nos vuelven obesos de información, que normalmente es comida chatarra y pocas son alimentos sanos . Sentimos, con la piel sensible por latigazos, la sal marina en nuestras heridas, nuestros retoños estarían y están atrapados en una realidad que supera la ficción, solo nos queda el dibujar una sonrisa cuando, con el corazón abrumado e incierto, nos toca dar palabras de aliento en una video llamada en la que cuesta ocultar nuestros infiernos . Seguimos así, buscando optimismo en lugares comunes y con lo difícil de sentir que nuestras manos no viajan junto a la de nuestros hijos, sino dentro de nuestros bolsillos .

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