Una nota se rompe en mil pedazos y nieva directamente al suelo del dormitorio donde un año, dos, o más, las almohadas serán el único testigo de que Ella no se atrevió a seguir su propio camino, mientras Él intentará construir mil puentes durante un año, dos, o más, dejando claro en una nota, antes de atravesar el Atlántico:
«Te esperaré.»
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