Ya son tres los días que el hombre lleva sin moverse de los paneles informativos.
Por sus ojos han desfilado los letreros anunciando el LA7112 de las 12.10h con destino a Bogotá. En unas horas -lee- despega un avión rumbo a Etiopía y también saldrá otro hacia el país del Sol naciente.
Sin soltar su maleta de mano, en medio de la vorágine de la terminal, su tiempo parece haber quedado suspendido. Porque mientras no se decida a escoger ningún vuelo, todos los viajes seguirán siendo posibles.
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