LA MIGRACIÓN TAMBIÉN EVOLUCIONA

LA MIGRACIÓN TAMBIÉN EVOLUCIONA

Criss Dujmovic

17/04/2020

Históricamente, cuando hablamos de migración, pensamos en aquellos eventos sociales apocalípticos contados por nuestros abuelos y retratados en fotografías de blanco y negro, es entonces cuando vienen a nuestra mente imágenes de campos de concentración, hambruna, y desplazamientos masivos de personas con aspectos demacrados, pero hasta las tragedias migratorias encuentran su evolución con el tiempo. Irónicamente, lo que perdura son los motivos, la historia se encarga de que siempre sean los mismos: guerra, hambre, inseguridad, muerte, amenazas, miseria, pobreza, desesperación. Aquellos que abandonamos nuestra patria lo hacemos por un motivo principal, “supervivencia”.

Salí de mi país en enero del año 2017, la mayoría de mi familia fue a despedirme en un aeropuerto decorado con un suelo de rayas multicolores y la tendencia del momento, era tomarse una fotos de nuestros pies parados sobre él anticipando la partida, ahora que lo analizo con detenimiento, pienso que el maestro Carlos Cruz Diez, quiso aminorar la triste despedida con sus destellos monocromáticos, y lo consiguió, hasta el momento del ingreso a la sala de embarque, allí, no hubo arte ni decoración alguna que contuviera los sentimientos más tristes y aterradores que ahora me otorgaba el estatus de inmigrante.

-Nos vemos pronto-, fueron mis últimas palabras esbozadas en una mirada cargada de promesas.

Tras ocho horas de vuelo, Madrid me acogió de madrugada en un aeropuerto gélido y vacío, donde no recibí bienvenida alguna, solo un funcionario de aduana cuestionando el motivo de mi ingreso y un militar que luego de preguntar mi nacionalidad en la puerta de salida, requisaba mi maleta, mientras indagaba si venía a su país en busca de novio español. Así fue el inicio de mi historia como inmigrante, en la madre patria.

Un país de habla hispana, pero de costumbres e idiosincrasias distintas a las mías, un país donde no he vivido, he sobrevivido, bajo la expectación esperanzada de una familia que depende de mí para su sustento, para su propia supervivencia. 

Extrañar duele, te enseña el verdadero sufrimiento del alma, el cual se manifiesta a través de un aroma, un pensamiento, o las luces encendidas de una habitación vacía, que te recuerda que ya no estás en casa.

No escapé de la primera guerra mundial como lo hicieron mis abuelos maternos inmigrantes de la antigua Yugoslavia, pero si de un sistema político nefasto y opresor que amenazaba mi vida, no arribé a España escondida en un barco como ellos lo hicieron cuando llegaron a Venezuela, pero sin en un avión con el miedo y la duda de ser deportada en el aeropuerto internacional de Barajas de Madrid. Tres generaciones han pasado en mi familia y ahora mi hijo, hermano y primos, somos los protagonistas y víctimas de la tragedia migratoria más grande que ha sufrido nuestro país, Venezuela, tragedia que vivieron nuestros antepasados, de una manera violencia nefasta y atroz, de aquellos años hostiles que sufrió Europa, y que ahora desgarra a gran parte del continente latinoamericano por gobiernos corruptos y opresores que menguan los derechos humanos de sus ciudadanos.

Tres años han pasado, tres inviernos, tres navidades, tres cumpleaños, y aun lo sigo intentando. He cambiado las arepas por tostadas, mi coche por el metro, mis tacones por zapatillas deportivas, mi felicidad por esperanza, mi titulo de leyes por cualquier trabajo que me permita un salario. He cambiado mi vida o, la vida me ha cambiado a mí, aun no lo sé. Pese a esto, no he dejado de sonreír, no he dejado de insistir, despierto mis mañanas, convencida de que todo mejorará y que pronto me reencontraré con mi familia. He abandonado la idea de rendirme, tantas veces como he querido hacerlo, pero existe algo intrínseco en la resistencia humana que nos hace especialmente vulnerables, nos hace fuerte de día y débiles de noche, valientes ante el bullicio y cobardes ante el silencio y la soledad.

He sido testigo silente de la destrucción masiva y progresiva de mi país, cuyas consecuencias se derivan en la disgregación de mi familia, los idealismos han puesto barreras entre nosotros, aun más grandes que la distancia que nos separa. El tiempo y el desapego han hecho su trabajo, cada vez somos más extraños ante las pantallas de nuestros teléfonos en cada vídeo llamada. Con el tiempo, me deshice de muchas cosas materiales de gran importancia para mi, olvide mi formación, estudios universitarios y experiencia laboral y empecé de nuevo, este rol de inmigrante me hace valorar constantemente lo que ya no tengo, me exige paciencia y tolerancia, me hace ser una persona objetiva, pero también agradecida y sobre todo, ha sembrado un patriotismo en mí, que antes no conocía.

La migración en solitario es menos tolerable que la hecha en familia. Aquellos que tiene esa posibilidad, encuentran en los suyos el sustento de energía y apoyo que se necesita para continuar. Cuando se está solo y con posibilidades limitadas, las noches son interminables y los recuerdos invaden los pensamientos. En ocasiones, sin motivo alguno estallo en llanto, algunas veces y sin proponérmelo lo hago con mi madre al teléfono, entonces, cuando mis lagrimas encuentran su pausa, recuerdo que los que aún están del otro lado del mundo, en ese mundo que yo abandoné por ellos, también la están pasando mal, también sufren de soledad, también tienen noches interminables y muchas veces no tienen que comer. Es por ello que seco mi rostro, calmo mi ahogo, y continúo, por ellos y para ellos.

No guardé registro fotográfico alguno del día de mi partida, dejé de ser común y no me tomé la típica foto de mis pies sobre el suelo multicolor en el aeropuerto internacional de Maiquetía, tampoco tengo registros tristes de mi vida como inmigrante, porque he entendido que eres lo que irradias, así que, he decidido proyectar lo mejor de mí, aún cuando mis noches de soledad conocen mi verdadera realidad, pues ellas, se han convertido en mi más fiel confidente.

Criss Dujmovic.

Aeropuerto Internacional de Maiquetia,  Venezuela.  Obra Carlos Cruz-Diez

 FAMILIA VÍDEO LLAMADA. 

YO, SEGUNDO DÍA EN ESPAÑA. 

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS