Larguemonos y vivamos

Larguemonos y vivamos

notas del profe

17/04/2020

Una de tantas historias de odio en Colombia fue la época conocida como la violencia. En 1948 con el magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán, ríos de sangre bañaron una vez más el país, como siempre las luchas de poder disfrazadas de política. El valor de la vida en los campos especialmente se media por un partido político, en este absurdo unos eran bautizados cachiporros los liberales y otros godos los conservadores, de forma similar su color rojo y azul; divide y vencerás como dice el viejo adagio.

El malestar socio económico generado origino quizás el primer desplazamiento de campesinos a las ciudades, en busca de oportunidades y alejándose de sanguinarias masacres perpetradas por guerrillas de unos y otros. Las familias vendían o regalaban sus tierras que con tanto esfuerzo, sudor, lagrimas pero mucha alegría trabajaban a diario, para ofrecer el fruto de su trabajo a los ciudadanos de las ciudades en crecimiento.

Mi abuelo fue un hombre corpulento, alto, de manos pesadas y rasgos fuertes, liberal no se si por convicción o por tradición familiar. Un campesino de muchos, huyendo de la violencia, antes de conocer a mi abuela, tuvo que disfrazarse de mujer para atravesar el territorio godo. Algunos rufianes todavía respetaban a mujeres y niños un poco, de no ser por ese episodio seguramente no hubiese podido escribir esta historia.

La mayor parte de desplazamientos desde aquellas épocas tienen el mismo trasfondo, violencia, pobreza y abandono del estado. Estos continuos trasteos de gente  principalmente hacia Bogotá, han originado que la otrora Atenas sudamericana hoy sea de todos y de nadie, convirtiéndola en un monstruo de cemento sin identidad donde sobrevivir ya es un premio.

Los  cachacos como apodan a los habitantes de la capital del Macondo cafetero, también han optado por abandonar sus amigos y familia en busca de mejor vida en otras latitudes. Un amigo vio su oportunidad en Buenos Aires, afortunadamente ha corrido con suerte gracias a una de las famosas virtudes de los colombianos, el trabajo incansable. Los distintos significados de nuestro hermoso castellano según el país nos hacen presa de situaciones incomodas. los argentinos entienden por coger una acción asociada a tener relaciones sexuales y no un verbo para tomar o agarrar cosas como en Colombia, aclarado esto no quiero imaginar la cara de mi amigo cuando después de recibir una buena explicación de cual bus utilizar para dirigirse a su destino, acaba tomando otro de forma bastante despistada pero el conductor un tipo maduro serio le indica que, esta ruta no le servia entonces el inocente le dice señor entonces donde lo puedo coger.

Así es la vida entre risas y dolores cuidémonos, porque al final parece que la vida termina cogiéndonos a todos.

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