cambio de compañero de piso

cambio de compañero de piso

Jess

16/04/2020

Todas las mañanas igual, me despierto y hago café con cereales, me acomodo en el sofá verde pistacho en el lado del salón donde llega La Luz y me tumbo con un libro dejando un hueco entre mis piernas y mi pecho por si Lupe quiere entrar. Y siempre entra, viene después de haber ocupado toda mi cama un rato, se estira y bosteza delante de mí y de un salto se mete en su sitio, pidiendo en silencio que la tape con la manta.

En otros tiempos, un rato después aparecías tú y yo ya me sentía acelerada cuando te oía caminar por el pasillo. Te preparabas un café solo y buscabas otro hueco entre mis pies que siempre hacía reacomodarse a Lupe.

Cuando era un día bueno como buenos son los domingos y los lunes de fiesta, salías al salón vestida de gala, con tu bata de terciopelo y te tirabas al sofá haciendo un gesto de rica victoriana a la que el corsé le aprieta demasiado, te abrazabas a mi y yo pasaba largos minutos tocando tu pelo, tu frente y recorriendo tus facciones con los dedos para asegurarme de no olvidar nunca tu cara.

Ahora que ya no estás y es otro quien despierta al otro lado de la casa, me escondo en mi cuarto hasta saber que se ha ido, odio sentir los pasos que vienen a ocupar el sofá y me da rabia saber que todo este encierro hubiera sido diferente contigo.

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