Ushuaia, invierno de 1938. Hace once años llegué a esta cárcel de hielo y nieve. Frío, rejas y un camastro desvencijado me acompañan. El crimen, soñar con la igualdad.

Todos los días mi cuerpo viaja hacia el bosque en un pequeño tren. Cortar árboles para calentar este infierno gélido es la rutina de llegar a ninguna parte.

Mi alma imagina los pequeños detalles del viaje hacia la libertad: seguir el río, acariciar el mar y retornar a casa. Soledad, miedo y silencio.

Tal vez mañana sea ese día.

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