¿De verdad es nuestro?

¿De verdad es nuestro?

Polo

16/04/2020

Hay una parte muy pequeña del océano que es de mi propiedad, mi casa. Ninguna corriente me mueve de allí. De todas las cosas que puedo decir acerca de mi hogar, ninguna vale tanto la pena contar. ¿Y qué me dirían si confieso que lo más emocionante de esa porción de mar, es lo que le rodea?. Llevo años aquí, me he ahogado un millón de veces; un millón de veces he escupido agua salada, y un millón de veces he puesto mis ojos en el norte. Ahí, justo al frente, se dibuja una línea, tan fina que nadie la puede ver. Pero ahí está, dividiendo los mares. Se pueden cruzar, no he visto a nadie hacerlo, pero me contaron que si se puede. Eso si, se requiere determinación para abandonar tu pedazo de agua, no cualquiera se levanta y sin pensarlo se lanza a la aventura, corriendo el peligro de ahogarse, en aguas desconocidas. Por eso cada vez que los vientos que susurran promesas de maravillosas historias fuera de mis limites, respiro y cierro los ojos, imaginando que un huracán me sorprende en medio de una travesía. Suficiente para que los vientos dejen de soplar.

Nunca hubo sólidos motivos para que alguien cruzara su frontera, todos se veían tan felices en su porción de agua. ¿A quién no le iba a gustar ser el dueño, por mas pequeño que fuere, de un trozo del océano?. Y ahí están de nuevo, los vientos, no paran de aparecer, no sé que mas intentar para alejarlos. Se presentan todos los días, solo para decirme lo de siempre. Antes solían cambiar el discurso según el día, pero ahora, extrañamente me repiten las mismas palabras: “Ese océano no te pertenece, navega y lo sabrás”. Pero cómo se atreven a incitarme a navegar, qué se han creído. Ellos han visto a personas morir ahogadas— lo sabían todos—, han presenciado como pierden el rumbo, y son secuestrados por la corriente. Entonces. ¿Cómo se supone que debo tomarme esa “invitación” a navegar? Ya sé, como una maldita sentencia. Ellos lo saben todo, te conocen, incluso más que tu, y cuando te invitan a hacer algo, en realidad están sacando a la luz aquellos profundos deseos, que toda tu vida has ignorado. Por lo que nos encontramos frente a una predicción. Tarde o temprano habré de salir. No puedo hacer nada al respecto, son mis deseos, y uno nunca debe negarse a ellos, puede ser fatídico.

Pensé muchas cosas antes de zarpar. “Parece ser que no volveré a mirar ese cielo tan mío. Aunque tampoco volveré a sentir el miedo de ahogarme en mis propias aguas, y no salir del fondo, jamás. Todo el mundo sabe que si te vas a ahogar que sea en aguas ajenas, es un poco mas digno. Por supuesto, sentiré ganas de volver apenas salga, pero no dejare que me agobie. El mar es inmenso y yo lo seré cuando lo conozca por completo.”. Todo lo que paso por mi cabeza, lo deseche minutos antes de dar el gran paso.

Al cruzar por primera vez la frontera, sentí que me abandonaba, y llore, secando el mar con mis lágrimas de fuego. Observe, con suma tristeza; los vientos me dijeron la verdad, se la habían dicho a todos. No había agua a mi alrededor, solo vapor, y un insoportable calor. Todos se tapaban los ojos, no paraban de llorar. ¿Por qué? Y bueno… El mar nunca nos perteneció.

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