Mi esposa no lo creía cuando le mostré los 87 posibles destinos de viaje que había metido en la bolsa.

-Estás loco- me dijo.

Y aunque intenté explicarle que me había sido imposible reducir el número de opciones por la maravillosa oferta que constituye el mundo, no dejó de llamarme así hasta el momento último, en el que al fin ella sacaría el nombre del lugar a donde iríamos las próximas vacaciones. No obstante, para meterle intriga, me dijo que iríamos al quinto papelito que sacara.

-Está bien.

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