5/4/20

La floristería son ocasiones. Diferentes y coloridas maneras de provocarle una amplia sonrisa y una sorpresa que cambie su humor. Un tus nietos te recordamos cuajado de ornamento natural. Si él es muy joven, comprará una única rosa. Si a ella el vacío de la casa familiar por las mañanas le provoca cierto vértigo, lo aplacará con lirios naranjas, dalias y margaritas en un apretado, voluminoso ramo. En este sentido puede llegarse al paroxismo: las flores van todas con todas, me lo aclaró una vez la florista.

Y ahora las ocasiones se han detenido; se acabó la floristería, que no es de primera necesidad. Te quiero también puede decirse con palabras, con un mensaje de texto sin ir más lejos.

Esta floristería, al menos, echó el cerrojo el 14 de marzo. Detrás de las puertas de aluminio en verde inglés que por responsabilidad ciudadana no han vuelto a abrirse, accedemos al cañamazo del negocio de las ocasiones. Lo que vamos a encontrarnos aquí se dividirá en dos dramas, dos historias de olvido que no quiero contar, si acaso sobrevolar: a) flor cortada, y b) planta con raíz.

a) Flor cortada: girasoles, claveles y tulipanes queman cortas etapas en su camino hacia la muerte, marcando el tempo silencioso del que ya estaba condenado de antemano. Las calas descubren su propia capacidad de corromperse, de dejar de ser un fulgor blanco. Casi a tiempo real, un ave del paraíso agacha la cabeza con desesperanza.

b) Planta con raíz: la orquídea, delicadeza proverbial, sufre privada de sus cuidados, y sólo sufrirá más: nos dicen que esto se prolonga hasta el 26 de abril. Las prímulas han descubierto que sed era esto, y se arrugan de horror. Todos los pétalos del geranio yacen en el suelo, bajo una planta sin salida, acorralada.

La florista fríe merluza rebozada y aparta las espinacas del fuego en el último momento, con un rápido y diestro movimiento. La esperan para seguir la serie de ayer. Al final la casa de uno es la casa de uno, y aunque quién sabe lo que nos espera, seguro que salimos adelante.