Olvidar para sanar

Olvidar para sanar

vico .guadalupe

13/04/2020


Nací en Uruguay, en el año 1960, donde todo el mundo estaba en guerra.

Mi padre me crió, ya que mi madre murió cuando me tuvo. También vivía con mis dos hermanos mayores, que me cuidaban cuando mi padre trabajaba, o estaba ebrio. Mis hermanos eran gemelos, aunque muy diferentes en muchos aspectos. Manuel y Santiago se aseguraban de que vaya al colegio, de que me peine el cabello, de que pueda comer y de que nuestro padre no me quiera dañar.

Una noche de invierno, cuando el frío era demasiado intolerable, Santiago quiso prender la estufa, pero Roberto, nuestro padre empezó a gritar «que consumía mucha leña» y que «no hacía frío necesario para prenderla». Manuel le contestó, él jamás lo había hecho; le dijo «no te das cuenta que Carolina está temblando» en ese momento no lo sabía porque tenía 7 años, pero hoy con 60 veo que esas acciones de Manuel provocaron a mi padre.

Pasó el rato y yo me quedé dormida, pero me despertaron los gritos de una pelea en la cocina. Cuando me levanté vi a Manuel en el piso, con un charco de sangre alrededor, a Santi llorando al lado, y a mi papá con una botella rota llena de sangre, al igual que su ropa

Todavía no habían notado que yo estaba ahí, por lo que las siguientes escenas las vi sin poder hablar. Las palabras de la discusión entre ese hombre y mi hermano me quedaron grabadas al punto de no poder olvidarlas…

-¿Cómo pudiste hacerle eso? ¡¡¡ Es tu hijo!!! Asesinaste a tu propio hijo.

-Y no me arrepiento de nada, él me venía provocando.

-¿Esa es tu excusa? entonces ¿Qué va a pasar cuando Carolina sea grande y te de una contestación que no te agrade? ¿La vas a matar?

-O podría hacerlo ahora.

En ese momento se me hizo un nudo en la garganta, y me largué a llorar, había sentido que todo iba a terminar conmigo y que iba a morir en manos de mi propio padre. De todo el escándalo que hice Santiago me escuchó, y me llevó al patio para poder hablar sin interrupciones. Sus palabras fueron cortas y simples «agarra tu ropa y salí de la casa». ¿Qué iba a hacer? ¿A donde iba a ir?

Después de un rato, Santiago salió de la casa con una valija, guardamos nuestras cosas y nos fuimos a la vivienda de nuestro abuelo, dejando atrás a mi hermano muerto, y a un padre psicópata.

El abuelo Orlando nos recibió en su hogar, nos sirvió una taza de té, y mientras que Santiago le explicaba lo que pasó, yo me preparaba para intentar dormir. Unas horas más tarde salió el sol, pero Santiago no estaba en la casa. Mi abuelo me dijo que teníamos que irnos, no me dijo a donde, no me dijo porqué, pero dijo «buenos días, Carolina busca tu abrigo y vámonos»

Llegamos al puerto, donde Santiago nos esperaba con unos boletos. Al ver a mi hermano corrí a abrazarlo, y me dijo con lágrimas en los ojos «Carolina, tenemos que irnos, este lugar ya no es seguro, despedite del abuelo y sube  al buque, por favor» eso hice, sin mirar atrás. Llorando porque tuve que dejar todo, mis amigos, mi familia, mi hermano Manuel, llorando por el echo de que todo cambio en una noche, llorando porque tenía que vivir en un nuevo lugar sin los recuerdos que tenia de mi madre. Lloraba por todo, por cada sentimiento encontrado. Incluso hoy a los 60 años sigo llorando por aquella noche.

Periodista- ¿y volviste a tener contacto con alguno? ¿Con tu abuelo, «padre», amigos?

Eso fue lo más difícil, teníamos que irnos para empezar una vida nueva y borrar ese pasado y esa noche, sino a mi hermano lo podían condenar por cómplice de asesinato.

-¿sentís que todo esto te dejó algún trauma?

Si, demasiado. Tengo que tomar pastillas para la depresión. No puedo dormir bien en las noches por las pesadillas, aun hayan pasado tantos años. Santiago falleció hace unos años, una infección en los pulmones. Cuando llegamos empezamos a trabajar de lo que podamos conseguir. En ese entonces y por el frío que pasamos, se enfermó gravemente, si bien se recuperó tuvo muchas  consecuencias.

Al final yo me case con un hombre de Francia, gentil y caballero, me ayuda en lo que puede.

Si me preguntas si soy feliz, la respuesta es no, pero lo intentamos día a día, hasta que yo me vaya de este mundo.

-muchas gracias por la historia, espero que puedas disfrutar la vida que te queda

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