Pancho se siente triste.

A sus poco más de tres décadas, no lograba ver el camino que la vida le presentaba delante de él.

Al mirar atrás, tampoco podía ver el camino transcurrido.. Solo vislumbraba una series de errores y fracasos que lo había llevado a donde se encontraba en este momento.

Habían sido muchas las lágrimas que virtió durante largas noches sin encontrar siquiera un atisbo de consuelo.

Pancho se siente cansado.

Lo había intentado todo lo que su capacidad le permitía. Muchos trabajos tenía en su haber, pocas recompesas recibidas.

Muchas experiencas vividas, pero pocos recuerdos merecidos.

Muchos esfuerzos realizados con nulas consecuencias productivas.

En el amor tampoco se sentía afortunado. Había tenido sí, muchas mujeres, pero ninguna le había entregado el corazón. Ni tan solo un atisbo de comprensión.

Lo buscó haciendo el amor con infinidad de cortezanas, pero nunca logró conocerlo.

Pancho se siente solo.

A pesar de contar con tres hermanos y dos hermanas ) o al menos eso era lo que recordaba, pues hacía ya tiempo que no sabía ya de ellos). nunca habían sido muy unidos. Quizás, pensaba, se debía a que desde pequeños su padre que había nacido en la pobreza total, con mucho aínco, esmero y trabajo había logrado escalar a los altos niveles que una muy desahogada posición económica le brindaban. Cuando alguien le preguntaba a su padre como había logrado amasar su cuantiosa fortuna, él invariablemente respondía. » La pobreza y la pendejéz van siempre de la mano».

Debido a que todos sus hermanos llevaban una vida sin mayores preocupaciones económicas, aunque ninguno había logrado igualar la posición se su pagre, Pancho pensaba que a esto se debía que no recibiera ningúna ayuda ni mucho menos reconocimiento por parte de ellos.

Pancho se siente desolado.

Pensaba que si bien era cierto que no había sido un trabajador asíduo, la vida le debía mucho, Conocía a personas que con menos méritos que él, llevaban una mejor vida. Había escuchado muchas veces que no debía compararse con nadie y que para poder juzgar a alquien, había antes que recorrer una milla en sus zapatos. estas eran sin lugar a dudas unas palabras muy sabias, pero también muy difíciles de acatar.

Pancho se siente confundido.

Trataba de analizar lo que había sido su vida anterior y no lograba vislumbrar nada. Ni cosas buenas ni cosas malas. Simplemente parecía como si no hubiera un día anterior a aquél que se encontraba viviendo en esos momentos, si es que vivía entonces se le podía llamar a lo se encontraba haciendo. Creía en Dios, ciertamente, pero no el Dios que sus hermanos y todas las demás personas creían. Creía en SU DIOS. un Dios muy particular que lo había acompañado durante toda su vida y había guiado hasta donde el día de hoy se encontraba. No comprendía, sin embargo, lo que SU DIOS quería y esperaba de él. ¿Sería posible que fuera su voluntad situarlo en ese preciso momento en ese preciso lugar, con aquellos precisos pensamientos?. Y le llamaba SU DIOS porque pensaba que así como cada quien vive su propia vida y camina tras su destino, los pecados variaban de acuerdo con la persona que los cometía y las circunstancias que le habían orillado a cometerlo.

Pancho se siente indeciso.

Una docena de pastillas de CRYADEX, ATIVAN o PROZAC serían suficientes pera calmar su sentir. Al fin y al cabo las conocía todas, pues su largo camino por los cuartos siempre blancos de diferentes doctores del alma, le habían llegado a consumir todo tipo de antidepresivos, ansiolíticos, somníferos y cualquier tipo de estupefacientes que trataran en vano de aliviar su dolor. Lo único que siempre había logrado era hacerlo escapar temporalmente de su cruel realidad.

El recostarse desnudo en una fría tina llena de agua con ayuda de una fina navaja dibujando sus delgadas muñecas, cumplirían de igual forma su propósito. No obstante el sólo pensar en aquella cristalina agua tornándose color sangre, le hacían desechar esa idea, tomando en cuenta además que ni siquiera contaba con una buena navaja, y mucho menos con una tina.

Quizás un lazo fuertemente amarrado a una biga hubieran también servido, pero había escuchado que ésto no llevaba a un desenlace rápido y durante esta transición podría uno arrepentirse sin poder ya hacer nada. Y él, una vez tomada la decisión , lo que menos quería era arrepentirse.

Un puente del cual lanzarse sería otra opción, pero no conocía ningún puente cercano, por lo casi de inmediato descartó esta opción.

Una bala !!!! pensó en seguida, pero en menos de un instante le vino a la cabeza la historia de un amigo que a pasar de esto no había logrado su objetivo, quedando de por vida parapléjico y deformado de la cara. Además había que ser realista. él no contaba con un arma y no había forma de conseguirla prestada, pues todo mundo conocía su precaria situación y si no lo ayudaban, por lo menos no serían cómplices de un fatal destino.

¿Un accidente automovilístico? De inicio no parecía mala idea, pero considerando que no tenía ningún auto propio y el hacerlo con alguno prestado, convertiría automáticamente en cómplice al dueño legal, y él no quería dañar a nadie, aún después de su partida. Además no quería que pareciese un accidente. El mundo, sus amigos (si es que aún los tenía y sus hermanos, debían conocer su desenlace.

Sintió de momento su mano derecha y recordó el machete con el que estaba empezando a cortar la hierba que cubría su humilde cuarto.Trató de deshechar inmediatamente la idea, pues penso que después del primer golpe acertado, no tendría fuerzas para dar el siguiente, a menos que su necesidad de escapar de esta vida fuera demasiado grande. Lévantó su mano y blandiendo el machete, sacó con su otra mano el trapo sucio que había guardado en el bolsillo izquierdo de su pantalón.

Limpió cuidadosamente su afilada hoja y verificó su asesino filo.

Pancho se siente ………Pancho ya no siente más.

Pancho nunca volverá a sentir……………….

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