Para toda personas en este mundo siempre existe, casi como una ley irrefutable, un momento en que su vida cambió para siempre, muchos de mis conocidos tienen ese tipo de relatos pero no soy del tipo de persona que cuenta una historia que no se le ha dado permiso para contar, así que hablaré de mi propia historia.
Tenía seis o siete años, y como cualquier niño normal en la ciudad en que yo nací, iba todos los días al bosque a recolectar frutos, hongos o cualquier cosa comestible para ayudar al mantenimiento del hogar, recientemente había aprendido de un cazador a poner trampas para conejos y como su carne me encantaba solía dedicar parte de mi tiempo en el bosque a tratar de cazar alguno.
Eran buenos tiempos si debo decirlo yo mismo, sin preocupaciones por el futuro, un amigo decía que cuando uno comenzaba a pensar en el futuro es cuando realmente te convertías en adulto, pero un día, había llegado un viajero a nuestra ciudad, era un evento inusual en una ciudad en medio de una montaña, el viajero estaba contando historias de sus viajes y yo estaba tan fascinado que perdí la noción del tiempo, cuando llegué a mi casa fui regañado severamente, pero lo que yo no sabía era que ese día mi vida había cambiado.
Trabajar en la herrería que trabajaba mi padre era el camino que posiblemente hubiese seguido si no hubiese visto al viajero, aprendí que pertenecía al gremio de cazadores y que si me volvía bueno con el arco ellos podrían aceptarme al cumplir 12 años, tenía tiempo así que aprendí a hacer mi propio arco y comencé a usar mis días de ir al bosque para practicar con el y cazar, mi familia notó que solía llevar más carne que frutos del bosque pero no parecía haber problema.
Mis días siguieron iguales y cuando cumplí los 12 años fui aceptado en el gremio de cazadores, así que posiblemente el hecho que esté este día aquí es cosa de la suerte, persigue tus sueños.
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