Amaneció un día como otro cualquiera, soleado, tranquilo. Decidí ir a dar una vuelta para despejar la mente, bombear oxigeno al cerebro, despejar cualquier mal pensamiento. Es en estos días en los que me doy cuenta de como soy, de quien soy. Un alma sin rumbo fijo, perseguido por sueños imposibles de cumplir, sueños que se desvanecen en el horizonte. Los persigo pero se alejan a un ritmo precipitado, «precipitado» como el tiempo que se escapa entre mis dedos, por eso no tardo ni un segundo en perseguirlos.

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