Descoloridas padecen las ciudades, silenciosas como nuestros pensamientos. Al otro lado de la puerta, nos mantenemos con las invenciones diarias. Con bisoñas experiencias en la cocina, aún con tímidas risas entre los pares por mantenernos en este mal sueño. Desde luego que esta situación actual nos lleva a una reinvención.

-¿Dónde creemos que faltan ajustar las emociones? ¿Cómo creemos que se deben modificar los comportamientos?-.

Son cuestiones diarias que nos plantea el día actual. Ni el error cometido ayer, ni la buena acción que creemos factible cometer mañana resultan efectivas cuando la situación requiere modificación, expresión y complacencia diaria. Todo lo que habíamos anotado en nuestra agenda mental; aquel viaje junto con quién se disfrutan los momentos, aquel placer de los besos de un amor, el bullicio entre amigos, todos aquellos apuntes quedaron suspendidas en fechas aún inciertas.

Donde ahora controlar los nervios, pescar por la empatía y lo afable se vuelven requisitos para el equilibrio personal. Mantener la calma en momentos de enredo es un trabajo forzoso y delicado. Donde más que nunca pretendemos atender las llamadas telefónicas que dejamos pasar varias ocasiones, donde encontrar sabiduría y precisión en las palabras de papá, donde encontrar amor sin rencores en el abrazo de mamá son momentos necesarios. O quizá añoranzas encomiando al cielo. 

Porque revitalizar sería la esencia de la raza humana posterior al caos originado. Encontrar nuestro punto de quiebre y reinventar debe ser la génesis. Nada va a ser igual, todo va a ser diferente. Trabajar ya no va a ser lo mismo que antes, amar ya no va a ser lo mismo que antes, conversar ya no va a ser lo mismo que antes. Absolutamente nada va a ser lo mismo que antes. 

Creímos ser capaces de manejar a nuestro encanto miles de vivencias que ahora nos encontramos confundidos sobre los hechos. Qué tanto afectó a la superficie nuestra vivencia vacua, que ahora somos a quienes nos mantienen encerrados. El rol de las razas se invirtieron. La naturaleza disfruta de ella misma, los animales por fin sienten la verdadera libertad que el hombre domaba.

Viviremos distinto posterior al desorden volviendo a nacer.

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