No me gusta la muerte…Pero, ahora, cuando mi almanaque despliega canas elegantes y ondas azules dables a los voltajes estremecidos de la añoranza, la idea de morir es una perspectiva de viaje que se deja caminar en una geografía astral, inherente a la gracia donde gravitan los sueños. Sé que allí afloran en los pasos esas creaciones del corazón al servicio de la ensoñación en el trance idílico: la rosa que jamás floreció, el beso que le faltó al amor…el perfume que desangró la espina!
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