Ejercicio 2: La cubierta de un destructor esta a cien pies sobre el nivel del mar ¿Qué tan lejos…

– ¡Ana! ¡Ana!

.. Puedes ver…

– ¡Ana! ¡ANA!

– ¿¡Qué quieres!?

– Que me prestes atención, aunque sea por unos segundos.

– No, ya te dije que no, no iré.

– ¿Por qué? ¿Acaso no quieres acompañar a tu mejor amiga?

– ¿Por qué? Pues porque tengo tarea, ¿Si sabes qué es eso, no? Porque me imagino que alguna vez en tu pequeña existencia has escuchado sobre ellas.

– Trágate ese sarcasmo que tienes, no te vayas a ahogar. Y qué más da que tengas tareas, hoy es viernes, tienes todo el fin de semana para hacerlas.

– Si las termino hoy, tendría todo el fin de semana para descansar.

– ¡Acompáñame por favor!

– No

– Si no vienes conmigo, tendré que conducir de regreso a casa, obviamente estaré ebria y correré el riesgo de chocar contra alguien o algo, y cariño mío, si muero, será tu culpa… Es un cargo de conciencia demasiado fuerte y estoy tratando de aminorarla de tus hombros.

– Pues amor de mis amores te daré la solución a tu problema ¡No consumas bebidas alcohólicas!

– ¿Qué? ¡Eso es imposible!

– Nada es imposible, además uno puede salir sin necesidad de beber, no se lo pasa uno igual, pero…

– Pero nada, vendrás conmigo y punto.

– Ahora que sé, qué solo quieres que vaya para hacerte de taxi no me hace ilusión.

– Habrá chicos guapos…

– Yo ya no me fio de tu palabra.

– Anda, vamos, hazlo por tu mejor amiga.

– Está bien, pero sabes, mañana mismo me pondré un recordatorio en el móvil para que no se me olvide conseguirme una nueva mejor amiga el otro semestre.

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– Te apuesto que ni la mitad de la aglomeración de especímenes que hay en esta disco se acuerda de que hay tarea de álgebra.

– Y yo te apuesto que dentro de un par de horas, más de la mitad no se acordaran ni de sus nombres.

Antes de acercarse a la barra, inspecciono el lugar, había muchas parejas bailando al ritmo de la música, bueno bailando, frotándose unos con los otros.

En cuestión de segundos divisó a Sofía, esta se acercaba alegremente a un grupo de jóvenes que estaban “bailando” en el centro de la pista.

Esta es su realidad, Sofía siempre la deja sola, al principio le enfurecía, que la dejara a su merced en la barra, pero después de que noto la incomodidad de su mejor amiga, al no poder disfrutar a su manera, se dio cuenta de que Sofía posee un alma fiestera, y no puede obligarle a estar sentada con ella toda la noche.

Al final aceptaron funcionar así; Sofía agita la cadera en la pista, mientras que ella disfruta de una buena bebida y procuraba que su mejor amiga no perdiera del todo los papeles.

Una vez sentada en el taburete con su copa sidra en la mano, tarareaba con efusión la letra de una de sus canciones favoritas “Tragedy” de Bee Gees.

“I really should be holding you, holding”

Sus sentidos se agudizaron al escuchar una voz que golpeada su tímpano, otra persona se le unió y cantaba junto con ella, ni siquiera se había dado cuenta, volteó su vista hacia un lado, hacia dónde provenía la hermosa voz.

“Loving you, loving you”

Y dispuesta a seguir escuchando esa increíble voz, continúo cantando pero sin verlo.

“Tragedy, when the feeling’s gone and you can’t go on its Tragedy”

“When the morning cries and you don’t know why it’s hard to bear”

“With no one to love you…

You’re going nowhere”

– ¿Amante de Bee Gees? – Su voz profunda y ronca, le provoco un escalofrió que le recorrió toda la espina dorsal. Era como una brisa de otoño, cálida y placentera.

Dejo de ver al barman que estaba atendiendo a una pareja al extremo de la barra, y volvió a verlo, antes le había dado una inspección rápida a las facciones el individuo, solo había visto su cara de perfil, y aun solo con eso podía asegurar que a su lado estaba sentado un adonis, pero ahora que lo tenía cara a cara logro observar bien su rostro, este le atrajo enseguida, tenía el ceño fruncido, pero eso solo lo hacía ver más atractivo, sus ojos color avellana la sedujeron desde el principio, la disco no contaba con mucha iluminación, pero los ojos del individuo brillaban, como una llamarada de fuego, podría jurar que destellaban erotismo, ¿Extraño no? Era como si aquellos ojos le arrancaran, ellos solos, lo ropa de un tirón. Y no, no le provocaba disgusto alguno.

Trago en seco, no siquiera supo en qué momento se había quedado sin aire en sus pulmones, todo su ser sobrepasaba sus estándares de belleza. Quedo extasiada al ver su cabello negro azabache, despeinado, dándole un aire rebelde, sus hombros anchos, y solo por un momento el pensamiento de ser acogida entre esos fuertes brazos se infiltro en su cerebro, llevaba una camisa color azul marino a cuadros, con mangas largas, y vaquero oscuro. Simple pero encantador.

Trato con todas sus fuerzas de hablar, de emitir algún sonido, pero no pudo, era como si tuviese algún nudo atravesado en la garganta. Él soltó una risilla ligera, llevo la copa que estaba llena de un líquido color morado, y tomo un trago. Volvió a verla y sonrió. Aquello la atontó, más, pero con ese pequeño movimiento sintió el nudo deslizarse suavemente por su garganta y apenas logro decir:

– Mi padre… Mi padre era un amante de ellos, crecí escuchando su música.

Sintió nuevamente su mirada recorrerle las piernas, un calor extremo le invadió el cuerpo ¿Hace cuanto dejaron de funcionar los aires acondicionados? ¿El calor lo sentía solo ella? ¿Dónde había un abanico cuando se le necesitaba?

Su vista por fin recayó en ella, y su armoniosa voz le deleito nuevamente.

– Tienes una linda voz. – ¿Cómo era que su voz sonaba como un suspiro mañanero, pero aun así retumbaba con fuerza en su tímpano?

– Podría decir lo mismo de la tuya.

– Si, podrías. Mi nombre es Adrián. – Se presentó con aquella sonrisa, que por un segundo le pareció más falsa que un billete de tres pesos.

– Ana, ¿Un placer?

– Sin duda alguna. – Miro su copa unos segundos y luego añadió-“Sin nadie que te ame, no vas a ninguna parte” Esa es mi parte favorita.

– ¿Es imprescindible atarte a alguien para ser feliz?

Y ahí iba, otra sonrisa malévola. Asintió y dijo:

– Tal vez, nunca se sabe. Aunque a veces, ya estás atado a alguien sin darte cuenta.

– ¿Algo así como las almas gemelas?

Negó con la cabeza varias veces.

– Algo aún más mítico.

– ¿Cómo que entonces?

Sus ojos seguían mirándola profundamente, como desgarrándole el alma, él escalofrió alrededor de su columna, no tardo en aparecer.

– Cuando estas con ese algo que hace que tu cuerpo se avive con solo una mirada. Porque desde el momento que sus miradas conectan, te pierdes en un frenesí de locura que jamás sentirás con nadie más. Erotismo en estado puro, Seria algo así como una mm, una ¿maldición? No lo veo como una bendición, porque quieras o no es así.

– ¿De verdad crees en esas cos…

Fue interrumpida por un par de labios, que la besaban abruptamente, sus ojos se abrieron cual platos, sintió la caliente lengua del individuo acariciándole el labio inferior, exigiéndole entrar a su cavidad bucal. Quería separarse, pero le era imposible, sus labios eran como imanes, atraídos cual abeja a la miel. Como impulso al cual ella atribuyó que era de los deseos más oscuros de su cuerpo, abrió la boca lentamente, siguiendo aquel candente beso, sintió la cálida lengua, recorrer cada pequeña parte de su boca, el beso era salvaje, casi animal. Un gemido se atoró en su garganta al sentir como con sorprendente delicadeza succionaba su labio inferior, sus lenguas jugaban entre sí, sus labios se movían con perfecta sincronía, una mano recorrió su espalda, y el calor que antes sentía abrumador, ahora sentía también que le quemaba por dentro, todo a su alrededor se oscureció, como si solo ellos se encontrasen ahí, excitante, ese era el momento más excitante de su vida, y ella había tenido varios, pero jamás como este. Estaba mal, claro que si, era un extraño, estaba intercambiando saliva con un extraño, pero se sentía bien, increíblemente bien.

Cuando sintió sus pulmones reclamando por aire, se separaron, con el pulso a mil, escucho los jadeos del individuo en su oreja, ¿Cómo era que no podía recordar su nombre? Este al parecer no tenía intención de parar el excitante juego, mientras dejaba un camino de besos por su cuello, ella trataba de no soltar algún sonido indebido, con todo su ser, pero no pudo resistir soltar un gemido corto al sentir como, el adonis chupaba con ímpetu una parte de su cuello, succionaba como si la vida se le fuese en ello.

Al terminar, sonrió, como su estuviera satisfecho con su trabajo, y unió sus labios, el beso era tan salvaje que se podía escuchar el plop cada que sus labios se separaban y unían nuevamente.

Cuando por fin lograron separarse, intento respirar con normalidad, tenía el pulso a mil de nuevo ¿o siempre lo había tenido así?

Intento pensar claramente esta vez, intento levantarse de su asiento, pero sus piernas temblaban cual gelatina.

– Me encantas. – Susurró.


– ¡Por Dios, Ana! Te he estado hablando, que hablando, gritando hace como quince minutos, ¿Tan fuerte estaba la sidra?

Por fin durante toda la noche reacciono, volvió su vista hacia el asiento que estaba a un lado, no había nadie. Estaba completamente vacío. ¿Lo soñó?

Bueno desde luego la abstinencia, el alcohol, su mente y sus deseos ocultos, no eran la mejor combinación.

– ¡Pequeña zorrita! ¿Con quién te revolcaste? Más bien ¿En qué momento? Eh, estado bailando toda la noche enfrente de ti.

– Yo… Yo ¿Por qué lo dices?

Su amiga amablemente saco un pequeño espejo de su bolso de mano, extendió su mano para tomarlo, y ahogo un grito.

Un chupetón, tenía un chupetón, morado y grande. Olas y olas de miedo invadieron su ser.

– En fin, necesitabas divertirte. – Su amiga, le arrebato el espejo de las manos y lo guardo en su bolso. – ¿Nos vamos?

– Quiero ir al baño.

– Está bien, te esperaré afuera.

Como pudo, camino hasta el baño, una vez ahí, se remojó bien la cara con agua, ¿Qué acababa de pasar? No podía estar loca, ¿O si? ¿Realmente estaba volviéndose loca?, se había besado con alguien, y ese alguien había desaparecido. Eso no podía ser posible, se convenció a sí misma que solo era un hematoma, que apareció después de algún golpe que ni cuenta se dio, cuando se lo hizo.

Salió de la disco, su amiga le esperaba dentro del coche. suspiró, aun si había sido un sueño, le había gustado, llamadle depravada, pero le había gustado, más bien, le había encantado.

Entro al coche. Estaba a punto de encenderlo, cuando miro rápidamente a la entrada del club, y se petrificó, ahí estaba él, parado como si nada hubiese pasado, fumando un cigarrillo tranquilamente, alumbrado solamente por la luz de la luna. La miro y sonrió. Ella cerró los ojos de golpe, suspiró y los abrió nuevamente.

Con torpeza introdujo la llave en el agujero del coche para que encendiera, quería salir corriendo de ahí, cuando de pronto, escucho aquella voz ronca susurrándole al oído.

– Una excitante maldición, te lo dije.

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