Otoño del 46.

Estación del tren de París

Bucarest nos espera, en esa travesía europea del Expreso de Oriente. Lo dejo a él, tú a ella, solos los dos… ya nos veo caminando juntos, perdidos en Rumania…

Contemplo los boletos, manchados por el paso del tiempo, tienen las mismas manchas que mis manos, las que vienen con la vejez. Cierro el cajón, apago mis recuerdos, me siento frente al hogar, a contar historias a nietos de otro, sigo en París, tú nunca llegaste a la estación aquella mañana de otoño…

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