Dicen que son más de treinta mil y crece y crece. Se cae el mundo o la mitad de él.

¿Y si te vuelves delfín? Qué feliz te ves acostado pensando en mí. Bueno solo preguntaba. Reaparecieron a metros de la orilla. ¿Está bonito el techo?. Hace días que actúas extraño. 

Mira, me lavé las manos al volver. Deberías comer la sopa ahora que está caliente. Exactamente veinte segundos y cantaba la del cumpleaños feliz. ¿Que debo irme? -Está bien. 

Olvidaste tu beso de buenas noches, este y los de hace tres días. Ya no importa, he fallado. Deja de ver la puerta, no vendrá, aún no es hora.

La tierra se está limpiando, ¿sabes? 

Dame ese plato . Tal vez podamos ser delfines después de todo. Sí, también me quedé con hambre. No era claustrofóbica en realidad. No te asustes, no te esfuerces. Respirar a veces resulta difícil. Recuerda mis crisis de pánico. ¿Que ahora me entiendes?. Creo que exageré. Al parecer si lo intentas es peor. No te muevas. Me lavé las manos, no lo olvides. 

Ya pasaron once días, tal vez sí es la hora. ¿Que tienes calor? Ahora lo arreglo. Te ves tan feliz mirando el techo. 

Hoy Yuli dijo su primera palabra. Cierra los ojos. Dijo «papá». Le gustan los delfines también. Te quiero. Déjame tomar tu mano. Tienes razón, quemas. Ella está bien, pero extraña ir a clases.

Bueno, bueno, me callo. Solo piensa en mí. Eso es. Piensa en mí. Piensa en mí. Ahora ve con ellos. Te amo, está bien. Ya están en la orilla, tienes permiso. Ahora son felices, son libres…

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