Aún me parece ver a mi madre amasando esos ravioles que cada domingo eran el deleite de toda la familia…
Tenía el sabor exquisito de las cosas que se realizan con amor….y aquella salsa tenía un gusto único,exacto y maravilloso.
Esas manos laboriosas y llenas de ternura solo sabían de amor hacia su familia…
Ya en su Italia natal había aprendido el arte de la cocina y su alegría consistía en agasajarnos con sus recetas, donde cada pizca era un ingrediente de amor hacia nosotros.
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