El descubrimiento de Jacobo

El descubrimiento de Jacobo

Y cuando abrió los ojos, Jacobo descubrió que aquella luz roja ya no estaba, el tibio liquido en que flotaba se había desaparecido, y el sonido de aquel dulce tambor que le mecía y la voz tierna que le calmaban, habían sido reemplazados por el ruido de un sinnúmero de cosas; una luz resplandeciente y un frío intenso modificaron radicalmente la apacible estancia en que se encontraba hasta solo unos pocos instantes. Comenzó a ver seres que se movían, que se acercaban a él con trajes de miedo y le colocaban aparatos extraños aquí y allá, sintió miedo y mucho terror y fue en ese instante en que descubrió el llanto y con todas sus fuerzas lloro y grito pidiendo auxilio, pero nadie le comprendía o quiso acudir en su ayuda y en medio del terror comenzó a sentir como se iba su respiración; se ahogaba y en esos instantes extraño aquella voz y aquel sonido de tambor que le calmaban en su anterior estancia, así como el tacto externo de ese otro ser, que sentía tan cerca a él y le llenaba de regocijo, alegría y tranquilidad. Así, en medio del miedo que sentía, fue cerrando los ojos mientras veía que uno de esos seres extraños, lo encerraba en un cubículo de cristal y colocaba aparatos en su boca y su cuerpo mientras él se quedaba dormido.

No sabe cuánto tiempo paso, pero para él fue una eternidad y al abrir los ojos, noto que alguien lo observaba fuera del cubículo de cristal. Lo curioso es que ese ser no generaba terror en él, al contrario, sentía que le devolvía un poco de aquella paz que le habían arrebatado. Jacobo entonces abrió aún más sus ojos y observo como ese ser le miraba sonriente, mientras de sus ojos caían extrañas gotas de agua, fue ahí que él descubrió la sonrisa y dibujo una hermosa en su rostro en agradecimiento a aquel que le miraba. Pero esta sonrisa duro poco, al ver que este ser que le brindo ese instante de paz se alejaba, y de nuevo sintió como la soledad y el vacío lo cubrían, entonces lloro con fuerza y en su pensamiento gritaba: -No te vayas. no me dejes, llévame contigo, quiero saber quién eres.

Paso otro largo tiempo, cuando sintió que unas manos plásticas lo sacaban de su pequeño cubículo, de su prisión de cristal hacia el frío exterior, y fue notando que lo depositaban en unos brazos cálidos que le llenaban de familiaridad; fue ahí que reconoció aquella voz, aquella que le calmaba dentro de su antigua estancia, y escucho aquellas palabras tan familiares que le decían: – Hola hijo mio ¿cómo estas, me recuerdas? soy mamá y aquí también esta papá! Jacobo entonces miro al lado de quien le cargaba y reconoció ese rostro que le estuvo sonriendo cuando estuvo en el cubículo de cristal y sonrió de nuevo y penso: -Papá, mamá? Si!!! eran ellos los que me daban paz.

Jacobo se fue quedando nuevamente dormido, pero esta vez tranquilo y en paz y con un sentimiento extraño que le llenaba de felicidad. No se había dado cuenta que había descubierto el amor.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS