Lo veo en mis sueños

Lo veo en mis sueños

Alan Valdivia

03/04/2020

   Pensé que era la mejor decisión. Pensé que iba a mejorar. Siento que va a mejorar. Luego de meditarlo por horas, durante varios años, luego de largas discusiones y llantos interminables para convencer a mi madre y a mis hijos. Luego de habérselo contado a mi vecina, quién consideraba mi amiga, y aguantarme sus críticas. Luego de que todo el barrio se enterara por esta vecina siendo que era un secreto. Luego de todo ello y mucho más me decidí. 

  Decidí viajar al exterior a pesar de las críticas, a pesar de que me juzgaran, a pesar de que me llamaron «mala madre» por dejar a mis hijos a cargo de su abuela, a pesar de que los extraño a cada momento y no pase un día sin que piense en ellos. Aún así lo hice, viaje solo con un bolso lleno de vestimenta personal y esperanza. 

  Esperanza de volver con mis hijos brindándoles una mejor calidad de vida. Esperanza del nuevo trabajo que me ofrecían. Esperanza a un sueño que me aferre como un bebe se aferra a su objeto transicional, solo que este sueño no será transicional, sino que lo llevaré con migo hasta que se cumpla. 

   Mi pareja me abandonó cuando yo estaba embarazada de los mellizos y jamás lo volví a ver, no sé nada de él ni de su familia. Trabajé de manera informal como costurera para una empresa de telas. Sin embargo, cuando quedé embarazada  me echaron. No tenía nada solo a mis hijos por nacer y mi madre, quién me ayuda con lo poco que tiene. Es jubilada y con sus ahorros me regalo una máquina de cocer. Con ella trabajé mientras estaba embarazada. Hacía trabajos de costura a todo el barrio, lo que en mi país natal denominamos «changas». Es decir, trabajos informales que duran un lapso muy corto de tiempo. Y con eso vivíamos, mejor dicho: «sobrevivíamos». 

   Una ves que mis hijos crecieron busqué trabajo, sabía que iba a ser difícil porque el país estaba pasando por una crisis económica, sin embargo  solo encontré discriminación. En la mayoría no me aceptaron por tener hijos y ser madre soltera. No le dí importancia y seguí con mis changas. Pero un día dije BASTA. Y ese día fue cuando uno de los mellis se enfermó debido a las muy bajas temperaturas en invierno. 

   Teníamos que pagar un remedio carísimo. No fue fácil, no nos alcanzaba el dinero. Recuerdo que mi otro hijo, en esa misma época, se quedó sin zapatillas y tuve que prestarles las mías. Jamas me olvidaré de las burlas de sus compañeritos al llevar calzado mucho más grande de lo que calzaba. Dejando llorando a mi hijo. Pero no tenía tiempo de avergonzarme como Madre debido a que mi otro hijo necesitaba ayuda urgente. No podía comprarle otro calzado porque necesitaba ahorrar el dinero para el remedio. Con mi madre comíamos lo justo y necesario. A pesar de su larga edad, hacía panes caseros y los vendía en la calle. Hicimos de todo, hasta una feria Americana con las pocas prendas que teníamos en el armario.  Sin embargo, no nos alcanzo. Y mi hijo empeoraba. Entre en desesperación pensé en subir a pedir a los transportes públicos, pensé en prostituirme y hasta llegué a la bajeza de pensar en robar. 

   Por suerte no tuve que hacer nada de ello. Pudimos comprar los remedios gracias a ayuda y donaciones de los vecinos, con quienes me siento endeudada de por vida. Mi hijo se recupero pronto y desde ese momento solo pienso en ellos. 

   Por eso hoy estoy acá, en una tierra desconocida para mi. Trabajo 10 horas, 6 días a la semana de costurera en una fábrica de buzos. A veces prefiero hacer horas extras los domingos porque la paga es doble. El ambiente no es muy bueno. No fue lo que aparentaba en el aviso de internet. El lugar está un poco deteriorado y recibo algunos maltratos. Por lo menos la paga es lo que me prometieron. No gasto en nada, alquilo un cuartito 4×4  detrás de la casa de una familia que vive a pocos metros de mi trabajo. No salgo a recorrer las calles ni la ciudad. No me interesa, no son vacaciones para mi. No conozco nada de su cultura ni costumbres, me encantaría en algún momento conocerlo pero el sentimiento y la tristeza de extrañar a mis hijos me desgarra el alma. Tanto que no tengo tiempo de pensar en otra cosa más que en ellos. 

    han pasado tres años desde la última vez que ví a mis hijos.  Hacemos videollamadas y solo los pude ir a visitar 2 veces por año. De lo que gano les hago llegar el 40%, con ello les alcanza para estar un poco mejor que antes. 40% lo guardo y solamente gasto el 20% (Incluyendo el alquiler). A veces trato de que el 20% se reduzca lo menos posible. 

   Aquí estoy, intentando no rendirme. Solo espero que algún día termine este sufrimiento y pueda volver con mis hijos. Solo espero no haberme equivocado. Solo espero cumplir mis sueños de tener un mejor futuro para mis hijos, para mi Mamá y para Mí. Porque lo deseo con todos mis dolores, porque lo sueño todas las noches y porque lo veo en todos mis futuros que imagino.

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