Esa montaña de oro que llevas como cabellera fue testigo de la cara desordenada que poseía cuando nos dijimos adiós.
Ahora zarpo y me convierto en una estrella desprendiéndose del apocalipsis inminente, y solo volveremos cuando el universo y nuestras mentes llena de recuerdos de la luciérnaga siamesa que fuimos en este mundo oscuro concuerden en que deseen volver a vernos nuevamente juntos, y solo así podrá ponerse a flote esta barca, llena de reconstrucciones que hicimos, de no ser así nos ahogaremos en recuerdos llenos de vida, no te mentiré pues mi alma me dice que seria una linda muerte para ella.
No podemos seguir nuestros pasos ya que el destino siempre llevo la delantera, los días siguen nuestra vidas y esperan respuestas, nuestras mañanas fueron de muchas penas y las noches de pocos arrepentimientos que la luna consintió, que podemos pues decirle a la reina de la noche si gracias a ella en algún momento nuestras vidas se saludaron.
He tratado de abrazar la muerte, aunque la bese al nosotros dividirnos, cuando nos dijimos esa palabra tan macabra como aquel que gobierna en las profundidades donde todos pagamos, aunque creo que a mi en especial me deben una tremenda disculpa al confundirse en hacerme sufrir primero y reír después, si es que allá abajo se ríe, trato de estar preparado por que cuando entré en sus inhóspitos pórticos debo de pisar firme y con certeza, para no volver a caer en un dolor que es propio de dioses y no un alguien sensible y noble como este corazón que cada vez se resquebraja mas.
Mis labios se mantienen pegados para que al menos ellos sigan sintiendo las migajas que me dejaron los tuyos cuando todo callaba y dentro de nosotros se hacían hecatombes de sufrimiento. Todos dicen que cuando hay amor lo hay todo pero son muchos los desacuerdos que tiene preparada la vida incluso para quienes creen tenerlo todo. Si es que es cierto lo que dicen las voces mas piadosas se reunirán nuestros sentimientos para nunca mas volver a separase.
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