El jilguero se posó como de costumbre en la reja y con su pico comenzó a golpearla. Asomaba otoño y el sol por el este no obstante la taquicardia de una ciudad acostumbrada a los excesos no estaba .
El jilguero permaneció y repitió el golpeteo, pero una vez más sin suerte e insistente comenzó a piar esperando que alguien asomara mas tampoco tuvo respuesta entonces sacudió su diminuto cuerpo y se alzó en vuelo .
Elena ya frisaba los 85 años era mujer de tesón y muy testaruda ,como no serlo , si había enviudado antes de parir a su octavo hijo ,pero ese infortunio no la doblegó pues se propuso como meta sacarlos adelante . Mientras en su corazón guardaría por siempre el recuerdo de un gran amor y un hermoso matrimonio.
Más tarde la vida una vez más le daría un remezón cuando a los 68 años le diagnosticaron Parkinson fue entonces el momento para la pausa .La colmaron de cariño todos sus hijos, nietos, biznietos,pero pese a las advertencias médicas no pudo abandonar su adicción por el cigarro y a diario en complicidad con Sofía su nieta más cercana se las ingeniaban para eliminar los vestigios de su ardid . Luego ambas cual niñas picaras entre risas recordaban la última rabieta de su hija Ana cuando las había descubierto .
Pero cuando el Covid -19 alojó en el cuerpo de Elena se acabaron las risas y embustes .Esa tarde tuvo severas complicaciones para respirar y mientras la preparaban para llevarla de urgencia a la posta en un segundo de lucidez pudo extraer de su bolsillo una pequeña bolsa con migas de pan, eran para sus «polluelos» como los había bautizado y la confió a su nieta, esa sería la última vez que ambas se verían.
El jilguero regresó al día siguiente y una vez más sin suerte .En el interior de la casa ya no se escuchaba el trajín acostumbrado tan solo de fondo un vinilo 🎶»Morir de amor🎶 en la voz del gran Charles Aznavour homenajeando a Elena quien también ya había alzado su vuelo.
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