Planeé con Frida el viaje a Tortuguero, quería hacerla feliz.
Además, pensé que un país caribeño sería bueno para el negocio; este trabajo no es para estas tierras donde todos son familia. No me va mal: vender besos siempre da dinero, pero la gente compra los baratos, los de compromiso. Y, aunque estos mantienen mi negocio, me hacen trabajar más, ya que primero los vendo y luego calmo la queja: siempre hay quien los nota faltos de afecto. Por eso viajo con Frida, mi tortuga nunca quiere besos.
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