Su barba y su melena expuestas al viento, se movían airosas, mientras caminaba esa mañana apático y exento de aliento. Dudaba en su obrar yen su cabeza ignoraba el daño realizado. Tristes, apagadas e insonoras las obras, que como un mecenas alardeaba y a otra tumbas sepultaba. Antes llamado amor, llamado mentira, pero en el siglo 21, juzgado por maltrato.

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