La niña y el dragón

La niña y el dragón

samuel montufar

25/04/2017

“…Le doy la razón a Jung y a su teoría de los arquetipos: todo está en nosotros. Hay una especie de memoria de los antepasados y, por ahí, anda un archibisabuelo tuyo que vivió en Creta, 4000 mil años antes de Cristo y, a través de los genes y cromosomas, te manda algo que corresponde a su tiempo y no al tuyo, y tú, sin darte cuenta, escribes un cuento o una novela y en realidad estás transmitiendo un mensaje muy antiguo y muy arcaico…” Julio Cortázar. Sobre «El Minotauro»- Los Reyes.

Hubo una vez una niña que acudía todas las tardes a un precioso arroyo que poseía una gigantesca cascada. Allí miraba como los tres peces se reunían tranquilos en las piscinas de roca a comer las migajas de pan que ella les arrojaba. La tarde siempre moría con la última migaja y la niña se marchaba cuando el cielo se ponía muy, muy púrpura.

Al volver a casa, la pequeña encontraba todo intacto. Siempre intacto…

Pasó el tiempo y el ciclo volvía a empezar.

Aquella tarde, la niña fue al arroyo como siempre. Miró la misma cascada, miró a los mismos peces, dejó caer al agua las migajas de pan, sin embargo, todo le pareció repetitivo y vacío, pálido y marchito. Esto, inusitadamente, le produjo náusea. —

-¿Acaso esto es la vida?- Se preguntó con profundo dolor y angustia.

Al terminar estas palabras uno de los peces en el fondo de la piscina de roca, nadó veloz. Trepó por sobre la caída de agua del primer estanque … del segundo y el tercero. Se detuvo ante la imponente cascada y nadó entre los cristalinos chorros de agua. Al llegar a la cima , que brillaba como diamante por efecto de la caricia de los últimos rayos de sol de la tarde, se transformó en un inmenso dragón que invitó a la absorta niña a trepar en su lomo.

Ambos desaparecieron por el cielo púrpura que anunciaba la caída del sol.

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