Empezó la cuarentena y la vida de todos cambio. A dejar los balances y compras por unos días y alejarme de la empresa. Pensé que era una oportunidad para estar en familia los cuatro. Mi esposa Gaby empezó a organizar todo: hora de juegos en familia, las comidas, las pelis con pochoclos dulce, nuestro tiempo de los dos juntitos, y la gimnasia. ¡Y ahí se complicó todo! Nuestra casa es grande y aprovechariamos el buen tiempo para estar en el patio o en el playroom. Jugar a basquet en familia genial, nos divertimos mucho. Pero¿ hacer zumba los cuatro? Al principio nos resistimos un poco. ¿Tres «hombres karatecas» haciendo coreos de reguetón y música salsera?. Decidimos ponerle ganas y empezamos. ¡Tanta coordinación en las artes marciales y un desastre frente a la pantalla! Uno, dos, vuelta completa, uno, dos, medio giro izquierda. Y encima agregar brazos, meneos de cadera. ¡Ni hablar del perreo!. Era demasiado. Nacho, nuestro hijo mayor, claudicó. Martin de trece años y yo seguimos intentando. ¡Y la verdad nos divertimos un montón!. Mi mujer es bailarina desde pequeña y disfruta de la música. Asi tratamos de pasar el tiempo con alegría, agradecidos por estar vivos aquí y hora. Y la escritura es otra rutina que libera tensiones que nos muestra vulnerables. A ver si aprendemos a pensar un poco en el prójimo. Y a ser agradecidos. Y a ponerle AZUCAR a la vida al ritmo de la música. Al final ¡Me estoy volviendo bueno en salsa y cumbia!, y como decia la querida Celia Cruz: «no hay que llorar que la vida ez un carnaval y las penas se van cantando»… y bailando.
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