Su barba y su melena expuestas al viento, lo hacían sudar aún más. Su enorme barriga parecía bailar mientras corría en la oscuridad de la noche. Sangre chorreaba de su brazo herido. Jadeaba más fuerte a cada metro que se distanciaba del caserón. La chica se lo merecía por metida. Pero haber matado a Rolo, le daba lástima. Había sido un buen amigo. Eran los ahorros de la madre de Rolo que iban a saborear. Ahora tenía que concentrarse en esconderse hasta que la herida del brazo se cerrara. Luego vería como gozar de esa plata.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS