Y mientras el viento acariciaba su rostro, sus existencialismos contundentes le daban una pequeña razón a su existir; porque la vida le estaba enseñando que los caminos recorridos iban de la mano con su alma, su pensamiento y su ser
Y mientras el viento acariciaba su rostro, sus existencialismos contundentes le daban una pequeña razón a su existir; porque la vida le estaba enseñando que los caminos recorridos iban de la mano con su alma, su pensamiento y su ser
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