Su barba y su melena expuestas al viento, un paquete de cigarrillos y un termo con café, que duraría lo suficientemente caliente para beberlo sentado en aquellas viejas escaleras de piedra frente al mar de ramberg.

De pronto, un profundo aroma a naranja abordó a mi nariz y al instante aparecieron en mi cabeza las cálidas memorias de 4 años atrás. Cerré lo ojos mientras me levantaba de espacio.

– Dejé la chimenea encendida, por si a caso; murmuraste a mis espaldas. Entonces supe que había valido la pena. Quise girarme, y al tenerte casi de frente, todo se detuvo.

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