EL VIEJO Y EL PERIODISTA

EL VIEJO Y EL PERIODISTA

Carlos Alegría

16/03/2020

Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón mientras yo viajaba en guagua camino de La Habana. Hacía un año que había triunfado la Revolución en Cuba.

Llegué una hora tarde al Floridita. Pero ahí lo encontré, sentado a una mesa con su barba poblada, fumando un puro, algo ebrio.

Me preguntó de dónde era en España. De Pamplona, respondí. Se estremeció nada más escucharme. Me miró fijamente a los ojos, pero no pudo decir nada. Sólo una lágrima furtiva se deslizó por su mejilla hasta la barba blanca.

Pocos meses después se suicidaría en su casa de Idaho.

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